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Las Relaciones Internacionales en el Siglo XXI.

Conflictos Armados Globales y la Guerra Comercial

El año 2025 será recordado como un punto de inflexión en el orden mundial del siglo XXI. Lejos de consolidar los marcos de gobernanza global que emergieron en las últimas décadas del siglo pasado, los eventos acumulados —y en particular la conmoción global provocada por la guerra entre Israel e Irán, la persistencia del conflicto ruso-ucraniano y la intensificación de la competencia tecnológica entre potencias— han desbordado la arquitectura multilateral existente. El resultado es un escenario caracterizado por un desorden planetario sistémico, donde las reglas tradicionales han perdido vigencia y la multipolaridad se ha fragmentado en múltiples centros de poder interdependientes pero enfrentados.

El estallido del conflicto abierto entre Israel e Irán en junio de 2025, tras años de tensiones larvadas, representa mucho más que un enfrentamiento regional. La magnitud de los ataques cruzados, la participación directa e indirecta de actores como Estados Unidos, Arabia Saudita, Turquía, Rusia y China, y la multiplicación de frentes secundarios en Líbano, Siria, Irak y el Golfo Pérsico han transformado este conflicto en una guerra regional con impacto global.

Las consecuencias inmediatas han sido múltiples:

  • Desestabilización energética: los ataques a instalaciones petroleras en el Golfo elevaron el precio del barril a más de 130 USD, impactando la inflación global.
  • Reordenamiento de alianzas: Israel ha estrechado su coordinación con India y Grecia, mientras que Irán ha fortalecido vínculos con Rusia, Corea del Norte y sectores del BRICS+.
  • Radicalización de actores no estatales: grupos como Hezbolá y las milicias chiitas iraquíes han relanzado campañas armadas a gran escala, con capacidad de proyectarse más allá de Medio Oriente.

A más de 1.200 días del inicio de la invasión rusa de Ucrania en 2022, el conflicto ha mutado en una guerra de desgaste prolongada con trincheras móviles, avances tácticos limitados y un impacto estratégico profundo:

  • La OTAN ha reforzado su frontera oriental, incorporando nuevas capacidades cibernéticas, nucleares y convencionales.
  • Ucrania se ha transformado en una economía de guerra, sostenida por una combinación de ayuda occidental y una creciente industria bélica nacional.
  • Rusia, aunque afectada por sanciones, ha logrado sortear el aislamiento económico mediante acuerdos con China, Irán y países del Sur Global.

El conflicto ha erosionado la credibilidad de organismos como la ONU y la OSCE, y ha evidenciado la incapacidad del derecho internacional para detener la agresión interestatal prolongada.

En paralelo a los conflictos armados, el eje de disputa entre potencias se ha desplazado hacia el dominio tecnológico. La Inteligencia Artificial (IA), las redes cuánticas, la computación avanzada y el control de cadenas de suministro de microchips se han convertido en nuevas armas estratégicas.

  • Estados Unidos y la Unión Europea han lanzado planes masivos para recuperar soberanía tecnológica (CHIPS Act, AI Act).
  • China ha acelerado su política de autarquía tecnológica, creando una red de proveedores internos bajo el concepto de «doble circulación».
  • India y Corea del Sur emergen como potencias intermedias en hardware y software, buscando autonomía dentro del tablero multipolar.

Esta carrera por la supremacía digital ha desplazado al comercio tradicional y ha llevado a una fragmentación del ciberespacio global, con normativas, redes y plataformas divididas según bloques de poder.

El nuevo contexto ha dejado al desnudo la crisis funcional de las instituciones multilaterales creadas tras 1945. Naciones Unidas, la OMC, el FMI, el Banco Mundial y el Consejo de Seguridad atraviesan un proceso de irrelevancia o parálisis.

Factores claves:

  • Vetos sistemáticos en el Consejo de Seguridad impiden cualquier resolución relevante sobre los conflictos en curso.
  • La OMC ha perdido autoridad frente al aumento de barreras comerciales unilaterales y la creación de zonas económicas paralelas.
  • La OMS ha sido marginada en decisiones sobre biotecnología, vacunas de nueva generación y bioética, dominadas por consorcios privados y gobiernos tecnológicamente avanzados.

Emergen, en cambio, alianzas flexibles y redes ad hoc, como la Organización de Shanghái, el BRICS+, la alianza Indo-Pacífica y la Iniciativa del Sur Global, con reglas propias, objetivos geoestratégicos y discursos legitimadores alternativos.

El poder narrativo: batalla por el relato global

En el contexto del nuevo desorden mundial, la lucha por la hegemonía no es solo militar o económica, sino simbólica. Las narrativas sobre democracia, soberanía, multipolaridad, desarrollo, justicia climática y derechos digitales están en disputa.

  • Occidente sostiene un relato basado en libertad, orden liberal y democracia representativa, pero enfrenta críticas por su doble estándar y neocolonialismo digital.
  • China, Rusia e Irán promueven una narrativa de soberanía multipolar, orden civilizatorio propio y resistencia al imperialismo.
  • El Sur Global, con África y América Latina a la cabeza, demanda una narrativa descolonizadora, basada en la equidad climática, financiera y tecnológica.

El control de medios internacionales, plataformas digitales, espacios culturales y universidades es cada vez más estratégico. En este terreno, la batalla por el relato define quién tiene derecho a decidir el futuro.

El modelo de bloques rígidos heredado de la Guerra Fría ha sido sustituido por coaliciones fluidas, temáticas y estratégicas. No hay alineamientos ideológicos fijos, sino intereses compartidos, alianzas sectoriales y colaboración coyuntural.

Ejemplos notables:

  • El Pacto de la Inteligencia Artificial Ética, impulsado por Canadá, Noruega y Japón, con participación parcial de empresas privadas.
  • El Eje de Autonomía Energética Sur-Sur, entre Brasil, Indonesia, Egipto y Sudáfrica, para impulsar biocombustibles y energías renovables descentralizadas.
  • La Red de Democracias Digitales Emergentes, liderada por Taiwán, Estonia, Costa Rica y Lituania, que promueve sistemas políticos transparentes y gobernanza algorítmica responsable.

Este nuevo mapa de alianzas muestra una geopolítica líquida y fragmentada, donde las reglas se negocian constantemente, la soberanía es relacional y el poder es distribuido pero inestable.

El planeta de 2025 no está en guerra total, pero vive múltiples guerras simultáneas. No está sin gobierno global, pero padece un multilateralismo disfuncional. No carece de reglas, pero existen demasiadas normas contradictorias entre sí.

El nuevo desorden planetario no es el caos absoluto, sino una reconfiguración inestable del orden internacional, caracterizada por:

  • Interdependencia conflictiva entre potencias.
  • Erosión de consensos normativos universales.
  • Multiplicación de actores con poder disruptivo, incluyendo corporaciones tecnológicas, actores no estatales y plataformas descentralizadas.
  • Reconfiguración del Sur Global como actor estratégico.

Este escenario exige nuevos marcos de análisis, pedagogías de la incertidumbre y diplomacias ágiles, capaces de navegar un mundo sin centro ni consenso.

1. Conflictos armados actuales: la expansión del teatro bélico

La guerra Israel-Irán: cronología, escalada regional e implicaciones sistémicas

La madrugada del 13 de junio de 2025 la Fuerza Aérea israelí puso en marcha la Operación Espada de Salomón, un ataque preventivo contra centros de mando nuclear, baterías de defensa antiaérea S-300/400 y complejos de enriquecimiento en Natanz, Fordow y Arak. El empleo combinado de F-35I “Adir”, drones furtivos introducidos previamente en Irán y comandos Sayeret Matkal permitió anular la mayor parte del paraguas aéreo iraní en las primeras cuatro horas.

La respuesta llegó menos de seis horas después: Teherán lanzó una andanada de más de 300 misiles balísticos Shahab-3 y de crucero Soumar que alcanzaron áreas metropolitanas de Tel Aviv y Haifa y objetivos estratégicos en el Néguev. El saldo inicial superó los 400 muertos y 3.000 heridos, según los servicios de emergencia israelíes.

La conflagración se regionalizó rápidamente.

  • Hezbolá intensificó sus ataques desde el sur del Líbano con cohetes Fateh-110 y dron-bombas, obligando a Israel a abrir un segundo frente y a ejecutar bombardeos en Nabatieh y Beaufort Ridge.
  • Los hutíes en Yemen, alineados con Irán, lanzaron misiles antibuque contra convoyes civiles en el mar Rojo y dañaron dos graneleros cerca de Eilat (datos de Lloyd’s List y fuentes navales del Golfo; los incidentes siguen bajo investigación).

Cuando la inteligencia estadounidense detectó preparativos iraníes para un posible contraataque nuclear de teatro —Iran había movido misiles Ghadr hacia la provincia de Kerman—, el 21 de junio una fuerza conjunta de bombarderos B-2 Spirit y F-35A despegó de Diego García y Catar y destruyó los silos identificados.

La parálisis del Consejo de Seguridad —vetos cruzados de EE. UU. y Rusia— obligó a buscar fórmulas extracanal. Un trío inédito (Unión Europea-India-Brasil) impulsó en Nueva Delhi una mediación que logró un alto el fuego “provisional y verificable” el 26 de junio, aceptado “en principio” por las partes.  El cese de hostilidades, supervisado por una misión mixta de observadores de la OSCE y la Liga Árabe, se mantiene frágil: en las primeras 48 horas se registraron más de 30 infracciones menores.

Repercusiones internas y económicas

  • Represión en Irán. El Ministerio del Interior de Teherán emprendió arrestos masivos contra periodistas reformistas y académicos acusados de colaborar con “redes de espionaje”.
  • Mercados energéticos. Pese a la destrucción parcial de Kharg Island y el breve cierre del estrecho de Ormuz, el Brent solo subió un 6 %. La elasticidad de la oferta saudí-estadounidense y la moderación de la demanda china contuvieron la escalada.

Claves estratégicas: Israel probó su nueva doctrina de “pre-vacío nuclear” y Teherán exhibió capacidad de represalia convencional. Ambos bandos entran en la negociación con ganancias parciales y daños reputacionales; Washington logró evitar la proliferación inmediata pero asume mayor presencia militar en el Golfo.

Ucrania-Rusia: estancamiento estratégico y desgaste prolongado (2025)

Cuarto año de guerra, más de 1.200 días de hostilidades. Kiev ha pasado de la defensa estática a la “ofensiva de interdicción”: ataques de largo alcance con misiles ATACMS y drones navales FrogFoot contra logística rusa en Crimea y el Donbás. El 28 de junio drones de superficie dañaron dos buques de la Flota del mar Negro en Sebastopol, mientras comandos de inteligencia destruyeron sistemas S-400 en Yevpatoria.

Moscú, por su parte, reorientó la economía hacia la producción bélica: la artillería rusa consume hasta 70 % de munición norcoreana, según informes de inteligencia surcoreana y registros de aduanas. Nuevas ofensivas limitadas en Járkiv y Kupiansk buscan fijar tropas ucranianas y desgastar las reservas occidentales.

Costes humanos y financieros:

  • El número combinado de bajas supera el medio millón —cifra que incluye muertos y heridos de ambos bandos, de acuerdo con estimaciones convergentes de ISW y servicios europeos de inteligencia.
  • Las sanciones restringen el PIB ruso, pero el comercio con China, India y EAU evita el colapso; Moscú diversificó rutas marítimas vía Ártico y Caspio.
  • La OTAN, reunida en Vilna 2025, aprobó un paquete plurianual de € 60.000 millones en asistencia militar y económica. La “fatiga bélica” se hace visible en encuestas de opinión en Alemania, Francia e Italia, aunque los parlamentos ratifican la ayuda por mayorías ajustadas.

Claves estratégicas: La guerra ha cristalizado una línea de contacto casi inmóvil, pero la batalla logística —munición, drones y misiles de precisión— define la capacidad ofensiva de 2026. El factor norcoreano emerge como multiplicador ruso, mientras Ucrania acelera la integración en la OTAN de facto mediante interoperabilidad y entrenamiento avanzado.

Asia-Pacífico: la sombra de Taiwán y la militarización del Mar de China Meridional

Aunque los reflectores mediáticos se centraron en Oriente Medio y Europa, la rivalidad EE. UU.–China se intensificó en la Indo-Pacífico.

  • Pekín incrementó a una media de 20 misiones aéreas diarias en la ADIZ de Taiwán y botó el Fujian II, su cuarto portaviones y segundo con sistema electromagnético de lanzamiento, que entrará en servicio operativo en 2026.
  • Washington y sus aliados reforzaron la disuasión:
    • El pilar II de AUKUS probó vehículos submarinos Hugin Superior con capacidad de ataque a cables y oleoductos..
    • Filipinas autorizó cuatro nuevas bases bajo el EDCA, tres de ellas frente a Taiwán y una en Palawan, consolidando un arco estratégico desde Japón hasta Australia.

El resultado es una “paz armada”: todos los actores asumen que el coste de una guerra abierta sería catastrófico, pero siguen ampliando inventarios de misiles hipersónicos, drones y sensores subacuáticos. Los think-tanks de la región describen una carrera a “velocidad variable”: Pekín busca romper el cerco antes de 2030, mientras Washington intenta prolongar el statu quo para que la ventaja tecnológica actual rinda frutos.

Claves estratégicas: El Indo-Pacífico vive una doble dinámica de contención (AUKUS, Quad, EDCA) y contestación (Fujian II, bases misilísticas en las Paracel). El equilibrio depende del cálculo costo-beneficio de Pekín ante la ventana de oportunidad y de la resiliencia de la red aliada estadounidense.

Los tres focos examinados muestran una interdependencia conflictiva:

  • La guerra Israel-Irán reconfigura el mercado energético y desplaza recursos diplomáticos.
  • El estancamiento en Ucrania se convierte en laboratorio de guerra drónica y de sanciones de largo aliento.
  • Asia-Pacífico consolida una preparación bélica de alta intensidad sin disparar un solo tiro.

En conjunto, 2025 refuerza la tesis de un desorden planetario multivector, donde la seguridad y la economía se entrelazan en teatros distintos pero interconectados. El riesgo sistémico reside en que un error de cálculo en cualquiera de ellos desencadene efectos dominó sobre los otros —un verdadero nudo gordiano geopolítico que la diplomacia convencional aún no sabe desatar.

3. La guerra comercial‑tecnológica: división de los ecosistemas digitales

Competencia Tecnológica, Reconfiguración Económica y Ciberconfrontación Global

La aprobación del Chips for Freedom Act II por el Congreso de EE.UU. en marzo de 2025 marcó un punto de no retorno en la competencia tecnológica con China. Esta nueva legislación prohíbe explícitamente la exportación de cualquier unidad de procesamiento gráfico (GPU), acelerador o infraestructura de cómputo capaz de entrenar modelos de inteligencia artificial con más de 10 billones de parámetros, o que superen el umbral de 1 exaflop de rendimiento sostenido en tareas de entrenamiento.

Se trata de una legislación que redefine la IA como bien de seguridad nacional, homologando su exportación a los controles del Departamento de Defensa, similar a lo que ocurre con tecnologías nucleares o satelitales. La ley también establece un sistema de trazabilidad digital para el uso de chips por terceros, incluyendo una cláusula de revisión retroactiva de software como servicio (SaaS), afectando incluso las soluciones de IA que operan desde servidores en la nube de Amazon, Microsoft o Google.

Esta política se inscribe en una estrategia de disuasión cognitiva: evitar que China acceda a capacidades de entrenamiento de modelos fundacionales (como GPT-5 o Claude 3) que puedan alterar el equilibrio estratégico mundial, tanto en el campo militar como en el ciberespacio y la diplomacia algorítmica.

Pekín respondió rápidamente con un bloqueo regulado a la exportación de minerales estratégicos: galio, germanio, grafito esférico, disprosio, escandio y praseodimio. Estos elementos son esenciales para la manufactura de baterías de estado sólido, chips de potencia GaN y antenas de telecomunicaciones avanzadas, así como para tecnologías de magnetismo y fotónica.

A la par, el gobierno de Xi Jinping duplicó la inversión pública y privada en sectores de alta tecnología bajo el marco de la “fusión civil-militar”. Las universidades de élite (Tsinghua, Zhejiang, Jiao Tong) fueron conectadas con consorcios industriales (SMIC, Huawei, AMEC) mediante mecanismos de transferencia tecnológica directa. La prioridad se centró en:

  • Fotónica integrada, considerada el sustituto viable a los chips electrónicos tradicionales, particularmente mediante silicio-litio-niobato y moduladores ópticos a 110 GHz.
  • Semiconductores de banda ancha (SiC y GaN) para evitar la dependencia de la litografía ultravioleta extrema (EUV) controlada por ASML y restringida por EE.UU.
  • Diseño de empaquetado 3D para superar limitaciones de nodos litográficos y aumentar el rendimiento por vía de arquitectura física tridimensional.

En paralelo, China lanzó el programa Great Firewall 3.0, destinado a reducir en un 80 % la dependencia de software estadounidense en su infraestructura crítica hacia 2027.

Este conflicto asimétrico redefine la economía global. Por un lado, EE.UU. apuesta a la contención tecnológica, respaldado por la alianza de países del G7, India, Corea del Sur y Taiwán. Por el otro, China impulsa la sustitución de importaciones tecnológicas, la expansión en el Sur Global y la creación de un ecosistema digital paralelo.

Lo que antes era interdependencia económica se ha convertido en interdependencia hostil, donde la colaboración ha sido reemplazada por restricciones cruzadas, boicots estratégicos, relocalización industrial y vigilancia de flujos comerciales por satélites de doble uso.

Reconfiguración de las Cadenas Globales de Suministro: Deslocalización, Soberanía y Multipolaridad Industrial

Ante la amenaza de interrupciones geopolíticas y la escalada de sanciones cruzadas, las empresas globales han acelerado el nearshoring (acercamiento geográfico de la producción) y el friendshoring (relocalización en países aliados). Estas estrategias han modificado drásticamente el mapa manufacturero:

  • México se consolida como el nuevo hub norteamericano, con más de USD 43.000 millones en inversión extranjera directa (IED) vinculada a semiconductores, baterías, vehículos eléctricos y electrónica de consumo. El eje Monterrey-Saltillo está atrayendo a gigantes como Intel, Tesla, Bosch y ON Semiconductor.
  • Vietnam lidera el ensamblaje móvil con exportaciones que superan los USD 60.000 millones, mientras crecen sus capacidades en ensamblaje de chips y empaquetado avanzado.
  • Polonia emerge como líder europeo en gigafactorías de baterías, integrándose en la estrategia del Pacto Verde Europeo y el Plan REPowerEU, que busca sustituir las importaciones energéticas rusas.

América Latina: ¿proveedor estratégico o campo de disputa?

La región del “triángulo del litio” (Argentina, Bolivia y Chile) ha adquirido un protagonismo central en la transición energética global. Sin embargo, esta importancia viene acompañada de riesgos:

  • Empresas chinas como CATL, BYD, Brunp y Tianqi tienen participación directa o indirecta en más del 70 % de los nuevos proyectos extractivos.
  • Estados Unidos, a través de la Ley IRA (Inflation Reduction Act), intenta atraer socios latinoamericanos con incentivos fiscales, transferencia tecnológica y acceso preferencial al mercado.
  • Se intensifican las tensiones entre modelos de nacionalización de recursos y las presiones por acelerar la explotación para abastecer la demanda global.

Este fenómeno está acompañado por una creciente pugna regulatoria, donde se entrelazan el derecho ambiental, la soberanía tecnológica y la diplomacia de las inversiones.

Inteligencia Artificial Generativa y Conflictos Cibernéticos: el nuevo dominio de guerra

El Pentágono ha desplegado bajo el Programa Replicator una flota de más de 6.000 drones autónomos y semiautónomos para vigilancia, ataque, sabotaje y defensa, conectados mediante modelos LLM tácticos en tiempo real. Estos drones usan algoritmos entrenados específicamente para:

  • Identificar blancos en entornos complejos y urbanos.
  • Comunicarse entre sí sin necesidad de conectividad constante con bases.
  • Ejecutar decisiones armadas con aprobación humana diferida en segundos.

China, por su parte, experimentó en Xinjiang con IA cuántica aplicada a reconocimiento de firmas electromagnéticas y movimientos logísticos, incorporando sensores cuánticos montados en drones, capaces de detectar anomalías geoespaciales con una precisión sin precedentes. Esto anticipa una carrera armamentista basada en procesamiento sin contacto humano, a velocidades algorítmicas.

Los ciberataques ya no se limitan al espionaje o al sabotaje clásico. Se ha registrado un cambio cualitativo:

  • En Arabia Saudita, un ataque vinculado a Dark Triton X, malware derivado del famoso Triton ICS, paralizó por 36 horas un oleoducto controlado por ARAMCO. El impacto fue tanto físico como simbólico, al demostrar que los sistemas redundantes no son infalibles.
  • En Alemania y el Reino Unido, ataques con ransomware militarizado a hospitales, universidades y redes ferroviarias evidencian la vulnerabilidad crítica del tejido civil ante actores respaldados por Estados nacionales.

Estos ataques combinan modelos de IA generativa para crear ingeniería social adaptativa (phishing personalizado) con exploits sofisticados que penetran software de código cerrado, demostrando que la línea entre guerra cibernética y terrorismo digital ha desaparecido.

El año 2025 marca un antes y un después. La competencia tecnológica entre EE.UU. y China ya no es un conflicto económico, sino un conflicto civilizatorio con implicancias militares, culturales, legales y energéticas.

  • Las cadenas de valor se regionalizan, pero se fragmentan.
  • La IA y los minerales estratégicos son las “armas nucleares del siglo XXI”.
  • El ciberespacio y la infraestructura crítica se convierten en campos de batalla silenciosos.

Lo que está en juego no es solo el liderazgo económico, sino la definición del modelo global de desarrollo, las reglas de la cooperación digital, y la forma en que se gestiona el poder en un mundo interconectado y desconfiado.

  •  Multilateralismo en crisis y surgimiento de bloques flexibles

La parálisis del Consejo de Seguridad de la ONU: entre la impotencia y la obsolescencia estructural

Durante la guerra entre Israel e Irán en junio de 2025, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) fue incapaz de actuar ante la escalada del conflicto más grave en Medio Oriente desde 1973. Cinco proyectos de resolución fueron bloqueados consecutivamente por vetos cruzados entre Estados Unidos, Rusia y China, que ejercieron su poder de forma alternada o simultánea según los intereses involucrados.

Los borradores presentados incluían:

  • Llamamientos al cese de hostilidades y acceso humanitario inmediato.
  • Condenas al uso de fuerza desproporcionada.
  • Propuestas de investigación internacional sobre posibles crímenes de guerra.
  • Mecanismos de verificación sobre instalaciones nucleares.
  • Establecimiento de una zona desmilitarizada temporal en Siria e Irak.

El resultado de estos fracasos fue una profunda erosión de la legitimidad del sistema multilateral. Las movilizaciones ciudadanas en más de 40 capitales —desde Nairobi hasta Estocolmo— reclamaron una reforma estructural del CSNU, demandando una ampliación de los miembros permanentes y la limitación o eliminación del derecho de veto. El hashtag #ReformTheUN alcanzó más de 300 millones de menciones en redes sociales en la última semana de junio 2025.

Este momento de crisis institucional no es nuevo, pero su intensidad revela un punto de quiebre. Desde Siria (2013), Yemen (2018), Ucrania (2022) y ahora Irán (2025), el Consejo se muestra cada vez más como una arena de confrontación entre potencias, en lugar de un órgano garante de paz colectiva.

En paralelo, órganos como la Asamblea General y el ECOSOC han intentado revitalizar su rol deliberativo, pero carecen de poder vinculante, lo que acentúa la disociación entre representación y eficacia.

Diagnóstico estructural: El modelo de gobernanza internacional basado en instituciones universales y competencias jerárquicas muestra signos de obsolescencia funcional en un mundo multipolar, fragmentado y con potencias que no comparten marcos normativos comunes.

El Sur Global como árbitro potencial: entre liderazgo emergente y mediación estratégica

Ante la parálisis de los organismos tradicionales, los países del Sur Global han comenzado a ejercer un papel más activo, no solo como demandantes de reformas, sino como protagonistas de nuevas arquitecturas multilaterales.

Este liderazgo no responde a una lógica de bloques ideológicos, sino a la emergencia de una diplomacia pragmática, centrada en intereses compartidos, legitimidad horizontal y capacidad de mediación. El Sur Global no se alinea ciegamente con Washington ni con Pekín, sino que busca incidir en el diseño de reglas mediante una “neutralidad constructiva”.

Proyección estratégica: Si esta tendencia se consolida, el Sur Global podría pasar de ser “objeto” de las decisiones geopolíticas a convertirse en “árbitro activo” del nuevo equilibrio multipolar. No se trata solo de “ser escuchado”, sino de tener poder estructural en la agenda global.

Frente a la creciente disfunción de organismos universales como la ONU, la OMC o la OEA, han comenzado a proliferar coaliciones temáticas o sectoriales, que operan bajo lógicas de cooperación flexible, voluntaria y modular. Estas plataformas multiactorales permiten a Estados, empresas y organizaciones no gubernamentales coordinar respuestas específicas en temas críticos, sin necesidad de consenso global.

La parálisis del sistema multilateral tradicional no ha generado vacío, sino proliferación de nuevos espacios de gobernanza descentralizada. Esta transición del orden internacional no es lineal ni armoniosa, sino caótica y altamente adaptativa. En 2025 se observa:

  • El declive de las instituciones universales jerárquicas.
  • La emergencia de poderes intermedios del Sur Global, que operan como mediadores, productores de reglas o articuladores de intereses comunes.
  • El auge de coaliciones temáticas flexibles, como fórmula eficaz para enfrentar desafíos específicos ante la rigidez de los sistemas existentes.

La pregunta no es si el orden liberal ha colapsado, sino cómo será el nuevo orden post-ONU: descentralizado, multicéntrico, temático y funcional, pero con déficits de legitimidad y coordinación

La AI Safety Summit, celebrada en el Reino Unido en 2023 y continuada en Corea del Sur y Francia en 2024 y 2025, ha dado lugar a una red informal de cooperación entre gobiernos, empresas tecnológicas y centros de investigación. Esta red no es un tratado ni una institución formal, pero funciona como un marco para:

  • Compartir información sobre riesgos de modelos de IA avanzada.
  • Establecer principios comunes sobre seguridad, transparencia y uso ético de la IA.
  • Coordinar respuestas ante posibles incidentes globales relacionados con inteligencia artificial.

Participan activamente países como el Reino Unido, Estados Unidos, Corea del Sur, Japón, Canadá, Francia y la Unión Europea como bloque. China ha asistido a algunas sesiones, pero mantiene su propia agenda nacional.

En América del Sur, Bolivia, Argentina y Chile han intensificado su cooperación bilateral y multilateral en torno a la gobernanza de los recursos de litio, elemento clave para la transición energética global. Aunque no existe una organización formal como la OPEP del litio, desde 2022 se han llevado a cabo reuniones técnicas y políticas con el objetivo de:

  • Coordinar políticas de precios y contratos.
  • Promover la industrialización en origen.
  • Fortalecer la soberanía sobre los recursos naturales estratégicos.

A estas iniciativas se han sumado con distintos niveles de interés países como México, Perú, Brasil y naciones africanas con potencial en recursos minerales (Zimbabue, República Democrática del Congo).Otros ejemplos de gobernanza sectorial

  • Clean Energy Transitions Partnership, liderada por la Agencia Internacional de Energía (IEA), con foco en cooperación tecnológica en energías renovables.
  • Digital Nations: red internacional de países que promueven la gobernanza digital transparente, interoperabilidad tecnológica y servicios públicos digitales abiertos. Participan Estonia, Canadá, Uruguay, Reino Unido, entre otros.
  • Global Partnership on AI (GPAI): coalición multilateral que busca apoyar el desarrollo responsable de la IA, coordinando políticas nacionales y estableciendo directrices éticas compartidas.

Estas coaliciones no poseen poder legal vinculante, pero ejercen influencia normativa y permiten una gobernanza ágil en temas altamente dinámicos y técnicos.

4.            América Latina: oportunidad y riesgos en la disputa hegemónica

México. La administración de Claudia Sheinbaum mantiene la prioridad económica del near-shoring ligado al T-MEC (Intel, Tesla y otras inversiones que elevaron la IED manufacturera a US $9.200 millones en el primer trimestre de 2025) sin adherirse formalmente a los nuevos controles de exportación que Washington aplica a China en materia de semiconductores y equipos de IA. La posición mexicana quedó clara cuando el gobierno anunció solo un aviso automático para ciertas exportaciones sensibles en lugar de sanciones.

Brasil. Brasilia condenó públicamente el ataque israelí a Irán del 13 de junio y reclamó negociaciones multilaterales bajo el derecho internacional; además, la presidencia brasileña del BRICS trabaja un texto de consenso sobre el conflicto para la cumbre de Río de Janeiro (6-7 de julio).

Chile. Santiago acelera su Estrategia Nacional del Litio: en abril abrió tres nuevos salares a concurso y, el 1 de julio, la estatal Codelco obtuvo cuota regulatoria para un joint-venture con SQM que podría producir hasta 330.000 t anuales de carbonato de litio equivalente. Desde 2024 mantiene un diálogo técnico con EE. UU. sobre encadenamientos de “litio verde” y acceso preferencial a los créditos de la Ley IRA.

Venezuela. Caracas profundizó la cooperación militar con Irán —transferencia de drones y misiles— y mantiene ejercicios simbólicos con unidades navales rusas, lo que ha merecido reiteradas expresiones de preocupación en foros de la OEA sobre la proliferación de capacidades de largo alcance en la región.

Minerales estratégicos bajo presión criminal. Think-tanks y organismos de seguridad identifican la diversificación de los grandes cárteles latinoamericanos hacia “minerales verdes” (litio, cobalto, grafito) como un vector emergente de rentas ilícitas; los depósitos de Sonora (México) se citan como vulnerables por la presencia de grupos armados. En Chile y Ecuador, rutas de contrabando que antes movían droga ahora canalizan minerales y combustibles robados.

Drones armados y frontera amazónica. Estudios del CSIS documentan el uso creciente de UAV comerciales modificados por bandas en Colombia, Perú y Brasil para vigilancia, extorsión e incluso lanzamiento de explosivos artesanales en pistas clandestinas y campamentos mineros selváticos —un salto cualitativo que supera la capacidad de respuesta de las policías locales.

Efectos sistémicos. La convergencia entre crimen ambiental (minería ilegal, deforestación) y crimen organizado multiplica la presión sobre comunidades indígenas y la gobernanza estatal, mientras la ausencia de trazabilidad internacional facilita la colocación del mineral ilícito en cadenas de suministro globales.

Democracia y desinformación: anatomía de una amenaza sistémica a la libertad en América Latina (2023-2025)

Argentina: la primera campaña regional dominada por IA generativa

IndicadorEvidencia empírica (2023-25)Impacto en la libertad y la democracia
Injerencia rusaFiscalía federal y la AFI informaron (junio 2025) la detención de integrantes de “The Company”, red de ciudadanos rusos que administraba más de 250 cuentas y 40 grupos en X, Facebook y Telegram para amplificar narrativas prorrusas y anti-OTAN– Saturación del espacio público con mensajes coordinados limita la libertad de información y desplaza el debate local.
– Riesgo de autocensura de periodistas que investigan financiamiento externo
IA en propaganda políticaContext/Thomson Reuters documentó el uso extensivo de imágenes y audios sintéticos en la campaña que llevó a Javier Milei a la presidencia, incluidos deepfakes de su rival Sergio Massa con simbología soviética (≈3 millones de visualizaciones)– Erosiona el principio de deliberación informada: el votante no puede distinguir lo real de lo fabricado.
– Potencia la micro-segmentación ideológica, creando cámaras de eco que diluyen el foro público común

Síntesis argentina
La combinación de redes clandestinas financiadas externamente y contenido sintético de producción local produjo un “doble bucle de desinformación”: actores extranjeros fijan marcos narrativos y equipos locales los viralizan con IA. El resultado es una degradación de la esfera cívica que socava el consentimiento informado, piedra angular de la democracia liberal.

Perú: influencia mediática china y la irrupción de deepfakes virales

IndicadorEvidencia empírica (2024-25)Impacto en la libertad y la democracia
Compra de espacios y convenios editorialesFreedom House registra en su informe 2024 la expansión de acuerdos de contenido entre la embajada china y medios peruanos (TV estatal y diarios regionales)Sesgo estructural a favor de Pekín en la agenda noticiosa.
– Desplaza voces críticas, afectando el pluralismo informativo
Deepfakes y polarización pre-reforma constitucionalEl Centro de Estudios en Seguridad y Defensa (Lima) alertó sobre videos manipulados en TikTok que caricaturizan a líderes de izquierda y derecha de cara a la reforma constitucional 2026; casos de fraude de inversión con deepfakes de periodistas documentados por Women Press Freedom (marzo 2024)– Aumenta la desconfianza institucional: ciudadanos cuestionan autenticidad de declaraciones reales.
– Incrementa la violencia digital contra figuras públicas, reduciendo la participación cívica

Síntesis peruana
La estrategia china privilegia la captura de agendas mediante convenios legales, mientras los deepfakes operan como arma de saturación emocional. Ambos procesos convergen al favorecer la apatía informada: el ciudadano opta por desconectarse, debilitando la vigilancia social sobre el poder.

Tendencias regionales: la convergencia ruso-china (e iraní) en el entorno informativo

ParámetroHallazgos 2025
Actor/esEstudios del Brookings Institution hallan uso creciente de cuentas rusas en TikTok para difundir propaganda multilingüe en la región. El 3.º Informe de Amenazas FIMI del EEAS confirma operaciones rusas y chinas coordinadas amplificando desinformación anti-occidental en español y portugués
HerramientaGeneradores de texto-imagen libre (Stable Diffusion, Midjourney) + síntesis de voz neuronal permiten contenido hiperrealista “a escala y bajo costo”
ObjetivoExplotar grietas ideológicas (antineoliberalismo, antiextractivismo, soberanismo) para erosionar la cohesión social y la confianza en elecciones

Daño sistémico a la libertad y la democracia

  1. Libertad de expresión vs. entornos volcados: la sobre-abundancia de falsedades dificulta el ejercicio del derecho a recibir información veraz; el ruido deslegitima a la prensa tradicional.
  2. Autonomía del votante: la segmentación algorítmica permite dirigir mensajes contradictorios a distintos públicos, minando la premisa de deliberación pública abierta.
  3. Responsabilidad gubernamental: gobernantes pueden desestimar críticas legítimas como “fake news”, abriendo la puerta a censura selectiva.
  4. Violencia horizontal: deepfakes sexualizados y discursos de odio desincentivan la participación de mujeres y minorías, empobreciendo la representación.

Respuestas democráticas y sus límites

PilarMedida en cursoDesafíos pendientes
1. Alfabetización mediáticaUruguay y Costa Rica integran módulos de verificación de imágenes y audio sintético en secundaria (2024-25)Falta cobertura rural y evaluación de impacto
2. Cooperación cibernética regionalOEA refuerza la Red Interamericana de Ciberseguridad y promueve intercambio de “indicadores de desinformación” entre CSIRT nacionales oas.orgAusencia de protocolos de atribución públicos; baja capacidad forense en varios Estados
3. Regulación de contenidos sintéticosBrasil exige etiquetado de IA en material electoral (Res. TSE 23 610/2024); Argentina debate proyecto similar (2025)Riesgo de sobrerregulación que afecte la libertad de expresión; falta de mecanismos de cumplimiento en plataformas extranjeras

Conclusión: la libertad en jaque

La ola de desinformación asistida por IA no solo distorsiona hechos: erosiona la arquitectura normativa que sostiene las democracias latinoamericanas.

  • Debilita el pacto de veracidad entre gobernantes y gobernados, base del principio republicano de rendición de cuentas.
  • Fomenta la cultura de la sospecha, donde toda voz puede ser un engaño y la verdad se vuelve relativa—terreno fértil para la autocracia.
  • Incita respuestas estatales que, si no se anclan en estándares interamericanos de derechos humanos, pueden derivar en censura o vigilancia masiva.

La defensa de la libertad exige alfabetización crítica, transparencia algorítmica y cooperación hemisférica. Sin una estrategia integral, América Latina podría ver comprometida la integridad de sus procesos electorales y la vigencia de las libertades fundamentales que sostienen su vida democrática.

  • Escenarios a corto y mediano plazo (2025‑2030)

Desescalada negociada — “Paz con garantías democráticas”

Un acuerdo permanente entre Israel e Irán, auspiciado por India y la Unión Europea, incluiría:

  • Inspecciones rigurosas de la AIEA —un mecanismo técnico que protege el derecho de los pueblos a vivir sin la amenaza nuclear.
  • Garantías de seguridad saudí-europeas —para disuadir represalias y crear un entorno propicio a la apertura política en la región.
  • Transparencia energética —mercados de crudo estables reducen la inflación y salvaguardan la capacidad de los Estados de financiar servicios públicos esenciales.

En paralelo, Ucrania y Rusia firmarían un armisticio supervisado por cascos azules en una zona desmilitarizada. Cada paso sería verificado por observadores civiles y ONGs de derechos humanos, reforzando la responsabilidad democrática y enviando una señal de que la soberanía popular no puede ser suplantada por la fuerza.

Polarización controlada — “Competencia sin ruptura democrática”

La rivalidad Estados Unidos–China se formaliza en dos bloques tecnológicos con reglas claras.

  • Las barreras comerciales elevan costos, pero mantienen abiertos los canales diplomáticos, limitando el riesgo de guerra abierta y preservando márgenes de cooperación climática y sanitaria.
  • La guerra en Ucrania se “congela” en un alto el fuego imperfecto; Israel e Irán sostienen una hostilidad de baja intensidad. Pese a la fragmentación de las cadenas de suministro, las instituciones multilaterales siguen operativas, ofreciendo foros donde la libertad de información y la diplomacia parlamentaria continúan respirando.

Escalada sistémica — “Bipolaridad coercitiva”

Un choque naval en el estrecho de Taiwán o la ruptura del alto el fuego entre Israel e Irán podría detonar el uso de armamento nuclear táctico. El mundo caería en una bipolaridad militarizada, donde:

  • Los flujos de datos se vuelven compartimentos estancos, erosionando la libertad digital y el intercambio académico.
  • El gasto militar desplaza recursos destinados a salud y educación, debilitando la calidad democrática interna.
  • Los regímenes autoritarios usarían la amenaza externa para justificar controles más férreos sobre prensa y sociedad civil.

La conmoción de 2025 revela que el orden internacional es frágil, pero no irreparable.

  • Integrar de verdad al Sur Global en los órganos de decisión aportaría legitimidad y pluralismo.
  • Crear marcos de IA responsables preservaría la libertad de expresión frente a la manipulación algorítmica.
  • Vincular seguridad y desarrollo garantizaría que la defensa colectiva no sacrifique derechos fundamentales.

En última instancia, la defensa de la democracia y la libertad descansa en la solidez de un entramado institucional que garantice transparencia, inclusión y eficacia. La transparencia crea el terreno fértil para la confianza pública: cuando los ciudadanos pueden escrutar presupuestos, deliberaciones y decisiones, disminuye la opacidad que alimenta la corrupción y el autoritarismo. Al mismo tiempo, la inclusión asegura que todos los sectores de la sociedad  participen en la toma de decisiones, nutriendo al sistema con perspectivas diversas y legitimidad social profunda.

Sin embargo, la eficacia constituye el tercer pilar indispensable. Instituciones que responden con agilidad a las demandas sociales —salud, educación, seguridad y justicia— refuerzan el pacto democrático porque demuestran resultados tangibles. Un aparato estatal que fracasa en la provisión de bienes públicos se convierte en caldo de cultivo para discursos populistas que prometen atajos a costa de libertades fundamentales. Por ello, transparencia e inclusión necesitan un Estado capaz de diseñar políticas basadas en evidencias y ejecutarlas con profesionalismo.

Reformar las instituciones ahora, y no después de una crisis mayor, representa la mejor barrera preventiva frente a la turbulencia geopolítica. La rivalidad entre potencias, la proliferación de tecnologías de desinformación y la fragmentación económica internacional son fuerzas que pueden erosionar rápidamente los contrapesos democráticos. Ajustar marcos normativos, modernizar organismos de control y fortalecer la cooperación internacional otorga resiliencia sistémica: los shocks externos encuentran menos fisuras por donde filtrarse cuando las instituciones gozan de credibilidad.

En ausencia de esta renovación, el riesgo es la deriva hacia un desorden permanente donde la voz ciudadana quede silenciada por polarización, censura o simple indiferencia. Un mundo de bloques enfrentados y flujos de información manipulados mina la posibilidad de deliberación pública crítica. Por eso, la reforma institucional no es un lujo académico: es la condición “sine qua non” para preservar la libertad y asegurar que el poder, cualquiera sea su origen, permanezca siempre sujeto al escrutinio y al consentimiento de los gobernados.

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