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La geopolítica del fuego cruzado

La historia de la Humanidad ha estado atravesada por conflictos, pero hay momentos particulares en que la simultaneidad, la extensión y la complejidad de las guerras alcanzan niveles que amenazan con redefinir el orden mundial. Julio de 2025 representa una de esas coyunturas críticas.

A lo largo de cinco continentes, múltiples conflictos armados de alta intensidad coexisten, se interrelacionan y desafían las capacidades diplomáticas, militares y humanitarias del sistema internacional.

A diferencia de las guerras mundiales del siglo XX, el conflicto contemporáneo no está articulado por un solo eje de poder o una disputa ideológica centralizada. Se trata, más bien, de una constelación de guerras asimétricas, regionales, híbridas y transnacionales que confluyen en un entorno de colapso institucional multilateral, militarización tecnológica acelerada y fragmentación ideológica global.

La naturaleza multidimensional de estos conflictos también ha desdibujado las fronteras tradicionales entre guerra y paz, entre civiles y combatientes, entre territorio físico y ciberespacio, ampliando exponencialmente la escala y el impacto de las hostilidades.

Desde las trincheras congeladas de Ucrania hasta los escombros de Gaza; desde los desiertos del Sahel hasta las selvas del Congo; desde las islas del Pacífico hasta los cielos digitalizados de la guerra cibernética, recorreremos los principales frentes, actores, causas, y sobre todo, las consecuencias humanas, políticas y civilizatorias de esta guerra global fragmentada.

Conflictos Armados y Tensiones

Rusia–Ucrania

Sigue siendo el conflicto más significativo. La guerra provoca una grave crisis humanitaria y perturba mercados globales y cadenas de suministro. Aunque Ucrania ha expresado disposición para negociar, las tensiones con Rusia continúan siendo elevadas, alimentadas además por amenazas rusas de acciones preventivas contra Occidente .

Israel–Irán / Medio Oriente

Desde junio se han intensificado los enfrentamientos directos en Siria y Gaza. El 16 de julio de 2025, las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) lanzaron múltiples ataques aéreos contra objetivos militares en Damasco, incluyendo el Ministerio de Defensa y el complejo del Palacio Presidencial, en respuesta a tensiones sectarias en la región de Suwayda, donde milicias drusas acusaban a fuerzas gubernamentales de masacres contra civiles drusos. Estos bombardeos marcan una clara intensificación del conflicto, ya que Israel justifica sus acciones como necesarias para “proteger a la población drusa”, mientras que Damasco y sus aliados denuncian una violación flagrante de la soberanía siria The Times of India. La ola de ataques no solo ha causado daños en infraestructuras clave y víctimas civiles, sino que también ha aumentado la tensión entre Israel, Siria e Irán, que brinda apoyo político y logístico al gobierno de Ahmed al-Sharaa tras la caída de Bashar al-Ásad.

Esto ha marcado un punto clave en el enfrentamiento regional. Se están discutiendo lecciones militares de alto nivel y esferas de influencia, incluso visiones para ampliar la doctrina militar israelí a otros frentes regionales . China pone en entredicho la influencia estadounidense en el tema .

Sudán

La guerra civil ha generado el mayor desplazamiento forzoso del mundo y ha sido ignorada en gran medida por la atención internacional. Además, la intervención militar iraní respalda al frente gubernamental y agrava el conflicto.

República Democrática del Congo–Ruanda

Tras años de apoyo cruzado a grupos armados (como M23), se firmó un pacto de paz en Washington el 27 de junio de 2025. Este incluye retirada gradual de tropas ruandesas y creación de mecanismos de seguridad regional . Sin embargo, el grupo M23 sigue al margen, lo que compromete la estabilidad futura.

India–Pakistán

En mayo de 2025 estalló una escalada militar significativa: la “Operación Sindoor” de la India, seguida de la respuesta paquistaní, incluyendo uso de drones y misiles. Es la confrontación militar más intensa entre dos potencias nucleares en décadas .

Canal de Hormuz – Irán

El parlamento iraní votó el 22 de junio para cerrar el estrecho en represalia por ataques estadounidenses, amenazando un corredor vital del 20–25 % del petróleo y gas global . La medida no se ha implementado por ahora, pero sube la tensión energética global.

Tendencias Geopolíticas Emergentes

• «Axis of Upheaval»

Se identifica una alianza informal entre Rusia, China, Irán y Corea del Norte—una coalición que desafía el orden occidental mediante mayores vínculos económicos y militares

• Geoeconomía y Economía Global

La rivalidad EE.UU.-China está impulsando el uso de medidas económicas como sanciones y controles de inversión, configurando las relaciones internacionales mediante estrategias “geoeconómicas” . Las empresas deben gestionar riesgos de ruptura en rutas (Red Sea/Hormuz) Coface.

• Multipolaridad y no alineamiento

BRICS enfrenta retos para trabajar de forma pragmática en un mundo cada vez más polarizado . India, Pakistán, Turquía, China y Pakistán en coordinación militar diplomática se posicionan contra influencias occidentales .

• Creciente violencia global y desplazamientos

Según ACLED, los conflictos violentos —no necesariamente entre estados— han aumentado un 20 % en los últimos años . La ONU estima que 305 millones de personas requerirán ayuda humanitaria en 2025.

• Innovación militar & modernización

Ucrania se destaca por emplear drones en masa para contrarrestar armamento pesado ruso, tecnologías que influyen en la estrategia militar estadounidense y global . Al mismo tiempo, hay una tendencia global hacia la modernización de flotas de aviones militares —con impresión 3D como una pieza clave— para enfrentar conflictos regionales prolongados .

Un Mundo en Tensión Sistémica

Multipolaridad creciente y reconfiguración del orden mundial

El mundo está transitando un cambio estructural en la distribución del poder global. La unipolaridad estadounidense, dominante desde el final de la Guerra Fría, está siendo progresivamente desafiada por la emergencia de polos de poder alternativos, en especial por China y, en menor medida, Rusia, India, Irán y un conjunto de países del llamado “Sur Global”. Esta dinámica ha generado una transición hacia la multipolaridad, donde no existe un único actor hegemónico, sino un conjunto de potencias que disputan esferas de influencia, rutas estratégicas, recursos naturales y control tecnológico.

Este fenómeno no implica simplemente una redistribución del poder militar, sino también una batalla por los modelos de gobernanza, valores y principios que deben regir el sistema internacional. Mientras que Occidente insiste en los marcos liberales, democráticos y basados en el derecho internacional, el bloque emergente propone una reinterpretación del concepto de soberanía, más centrado en el no intervencionismo y el pragmatismo económico. Esta tensión estructural no solo impacta en los foros multilaterales (como ONU, OMC o FMI), sino que también fragmenta alianzas, bloquea consensos y fomenta la proliferación de alianzas alternativas (BRICS+, Organización de Cooperación de Shanghái, OPEP ampliada).

Conflictos prolongados y entrelazados: la era de las guerras híbridas

Los conflictos actuales no son aislados ni necesariamente motivados por una única causa. Se observa una interconexión entre guerras tradicionales, enfrentamientos por poder regional, insurgencias internas y guerras por poder delegado (proxy wars). Estos conflictos, como los de Ucrania, Sudán, Siria, Yemen o el nuevo frente India–Pakistán, se desarrollan en escenarios cada vez más complejos, donde los actores estatales se entremezclan con milicias, contratistas privados, cibermercenarios y grupos ideológicos radicalizados.

Además, los conflictos se prolongan más allá de lo previsto, erosionando la legitimidad de las instituciones nacionales e internacionales. La falta de soluciones diplomáticas sostenibles, sumada a la militarización de la política exterior de las grandes potencias, profundiza el riesgo de que más regiones se desestabilicen. En este contexto, la “normalización de la guerra” se ha convertido en una constante preocupante, donde los procesos bélicos ya no se ven como hechos excepcionales, sino como herramientas políticas legítimas para imponer condiciones en la arena internacional.

Geoeconomía como instrumento de poder: guerra sin balas, con sanciones y chips

El siglo XXI ha sido testigo del ascenso de la geoeconomía como una forma predominante de presión y conflicto. Las sanciones financieras, las restricciones comerciales, los controles tecnológicos y la manipulación de rutas de suministro se han convertido en armas no letales para imponer agendas. La guerra comercial entre Estados Unidos y China es apenas la punta del iceberg de una disputa más profunda por el liderazgo en tecnologías estratégicas: semiconductores, inteligencia artificial, ciberdefensa, energía verde y minerales críticos.

Países como India, Brasil, Arabia Saudita y Turquía están explotando esta coyuntura para posicionarse como “pivotes geoestratégicos”, negociando simultáneamente con ambos bloques y elevando su valor diplomático. La creciente regionalización de las cadenas de producción, junto con las tensiones sobre los estrechos marítimos claves (como el de Ormuz o el Mar Rojo), demuestra que la competencia global no solo se libra con ejércitos, sino también con acuerdos comerciales, infraestructura digital y puertos estratégicos.

Desafíos humanitarios persistentes y desplazamientos masivos

La dimensión humana de los conflictos sigue siendo devastadora. Más de 300 millones de personas requieren asistencia humanitaria urgente en 2025, cifra que marca un récord histórico. La combinación de guerras prolongadas, desastres climáticos, colapsos económicos y represión política ha generado una nueva era de movilidad forzada, en la que los refugiados, migrantes climáticos y desplazados internos se cuentan por decenas de millones.

El sistema internacional muestra una alarmante incapacidad para dar respuesta estructural a esta crisis. Los organismos humanitarios están desbordados, las fronteras se endurecen, los discursos xenófobos aumentan y los gobiernos optan por políticas de contención en lugar de integración. Esta realidad no solo afecta a los países emisores, sino que también tensiona las democracias receptoras, polarizando a las sociedades y debilitando los principios de solidaridad que sustentan al derecho internacional humanitario.

Innovación militar y tecnologías disruptivas: el rostro digital de la guerra

La transformación tecnológica está reconfigurando la naturaleza misma de la guerra. Drones autónomos, enjambres de microvehículos, inteligencia artificial aplicada al campo de batalla, impresión 3D de componentes bélicos, ciberataques masivos y propaganda algorítmica constituyen el nuevo arsenal de las potencias militares. Ucrania, por ejemplo, ha demostrado cómo un ejército en desventaja convencional puede igualar la balanza mediante tecnología barata y flexible, estableciendo un precedente que está siendo estudiado por todos los estados mayores del mundo.

Este tipo de conflictos no solo redefine los roles tradicionales de los soldados y generales, sino que difumina las fronteras entre guerra y paz, entre civil y militar, entre ataque físico y sabotaje informático. Además, la implicación de empresas tecnológicas privadas y la producción descentralizada de armamento abren debates éticos, jurídicos y estratégicos sin precedentes, que aún no han sido adecuadamente legislados por el derecho internacional.

La democracia y la libertad en tensión: retrocesos institucionales y vigilancia autoritaria

La expansión de conflictos y el uso de nuevas tecnologías ha venido acompañado de un preocupante deterioro de las condiciones democráticas en muchas regiones. Gobiernos autoritarios fortalecen sus aparatos de control mediante inteligencia artificial, reconocimiento facial, manipulación de la información y censura automatizada. Al mismo tiempo, en muchas democracias formales, el miedo al terrorismo, la migración masiva o la inestabilidad económica ha justificado la expansión de políticas excepcionales que recortan libertades individuales, reducen la transparencia y erosionan el control ciudadano.

La democracia está siendo desafiada desde afuera por modelos autoritarios que se presentan como más eficientes, y desde adentro por la polarización, la desinformación, el populismo y el desencanto con la política institucional. En este contexto, la defensa activa de la libertad, la verdad y el pluralismo se vuelve una tarea urgente, no solo en el plano ideológico, sino también tecnológico y educativo.

El mundo de 2025 no solo es más violento, sino más inestable, impredecible y fragmentado. La geopolítica ya no puede comprenderse únicamente en clave militar o diplomática: requiere análisis interdisciplinares que integren economía, tecnología, cambio climático, cultura y sociedad.

A medida que los conflictos se expanden y las reglas tradicionales del juego se desdibujan, se vuelve imperativo redefinir los marcos de cooperación, fortalecer las instituciones multilaterales, y ante todo, proteger los valores de la dignidad humana, la democracia y la libertad. Quienes no comprendan esta complejidad estarán condenados a actuar con las herramientas del pasado frente a los desafíos del futuro.

Declaración de LIBERTAS

Montevideo, 17 de julio de 2025

Desde LIBERTAS, expresamos nuestra más profunda preocupación y rechazo ante la creciente escalada de violencia militar y conflicto armado que atraviesa diversas regiones del mundo.

Frente al resurgimiento de guerras abiertas, bombardeos indiscriminados, represalias transnacionales y enfrentamientos regionales que ya han cobrado miles de vidas y desplazado a millones de personas, alzamos nuestra voz para condenar toda forma de agresión que vulnere los principios fundamentales del derecho internacional, la paz y la convivencia entre los pueblos.

Reiteramos con firmeza que ninguna causa justifica el sufrimiento de las poblaciones civiles, la destrucción de ciudades, la anulación del diálogo diplomático o el uso de la fuerza como herramienta de dominación geopolítica. .

En este sentido, desde LIBERTAS:

  • Reafirmamos nuestro compromiso inquebrantable con la defensa de la libertad, la democracia, el pluralismo político y el respeto absoluto a la dignidad humana en todo el planeta.
  • Hacemos un llamado urgente a la comunidad internacional, a los organismos multilaterales y a las sociedades civiles organizadas para que se pronuncien de manera clara y actúen en favor de la paz, el cese inmediato de hostilidades y el restablecimiento de vías de diálogo multilateral.
  • Instamos a los líderes del mundo a detener la retórica del odio, la lógica del enemigo permanente y la instrumentalización del poder militar como vía para imponer ideologías, territorios o influencias.
  • Exhortamos a la prensa libre, a las instituciones educativas y a los movimientos ciudadanos a sostener el debate ético sobre el sentido de nuestra convivencia como especie, priorizando la vida, la verdad y la justicia.

Desde LIBERTAS, reafirmamos que la libertad y la democracia no pueden ser rehenes de intereses geopolíticos ni víctimas colaterales de enfrentamientos armados. .

LIBERTAS
Por la Libertad, la Democracia y la República

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