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El escenario global ha sido sacudido nuevamente por el recrudecimiento del perpetuo conflicto en Oriente Próximo, desencadenado por el reciente ataque de Hamás a Israel.

Lo que diferencia este acto de agresión de las acciones anteriores del grupo terrorista es su naturaleza, ya que se asemeja más a un ataque militar convencional, caracterizado por una brutalidad significativa y una capacidad para causar víctimas civiles indiscriminadas en territorio israelí.

El ataque de Hamás ha avivado una lucha de intereses de alcance global y ha desencadenado un juego de apoyos y alianzas que han reconfigurado la dinámica geopolítica en Oriente Próximo.

Significativamente – las casualidades no existen – este evento se ha producido en un momento crucial, durante las negociaciones entre Israel y Arabia Saudita para restablecer relaciones diplomáticas.

Quién lo logró, Irán, que ha ganado tiempo en su agenda al suspender dichas conversaciones.

En este complejo tablero estratégico, es importante considerar el papel desempeñado por actores que no están directamente involucrados en los ataques.

El apoyo a Israel es liderado por su aliado más cercano, los Estados Unidos.

Ambos países mantienen estrechos lazos diplomáticos y militares, respaldados por servicios de inteligencia de primer nivel, como la CIA y el Mossad.

El presidente de EE. UU., Joe Biden, rápidamente expresó su total apoyo a Israel ante el ataque terrorista, logrando que Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos reconozcan el derecho de Israel a defenderse.

La base del derecho internacional es el reconocimiento, tanto del Estado en sí como de sus acciones.

Además, se le ha solicitado a Turquía que actúe como mediador en posibles negociaciones.

La Unión Europea, mientras insta a Israel a respetar el derecho internacional humanitario, también ha condenado el ataque de Hamás y ha expresado su apoyo a la autodefensa de Israel.

La gran mayoría de los Estados miembros de la UE se han posicionado a favor de Israel, y líderes como el canciller alemán, Olaf Scholz, han calificado los ataques como bárbaros e injustificables.

Reconocimiento por un lado y enfreamiento por el otro, las bases de las relaciones internacionales.

La Unión Europea ha decidido congelar la financiación prevista para las autoridades palestinas en contra de la posición de algunos países como España, que tiene un gobierno dividido, Irlanda y Dinamarca.

El Reino Unido se ha mostrado dispuesto a coordinar con otros países europeos e internacionales para brindar apoyo a Israel, y otros países como Noruega, Islandia, Macedonia del Norte, Albania y Ucrania han expresado posturas similares.

En el mundo musulmán, Marruecos, Baréin y Emiratos Árabes Unidos han reconocido el Estado de Israel, lo que ha llevado a un entendimiento mutuo con Marruecos sobre el Sáhara Occidental y la cooperación militar. Baréin, a pesar de ser predominantemente musulmán, se ha distanciado de sus vecinos árabes y es un aliado estratégico de Israel en la lucha contra la influencia de Irán en la región.

Emiratos Árabes Unidos también ha respaldado discretamente a Israel, aunque ya en 2020 fue criticado por sus vecinos por establecer relaciones con el Estado judío.

En el otro lado de la ecuación, entre los partidarios de Hamás, Irán es el principal actor.

Sin el apoyo financiero y político de Irán, Hamás no existiría, al igual que Hezbolá, otro grupo terrorista que opera en el Líbano.

Irán busca expandir su influencia en la región y utiliza estos grupos para desestabilizar la situación en países como Siria, Líbano, Irak y Yemen.

Argelia mantiene una enemistad abierta con Israel, especialmente después de que Marruecos firmara los Acuerdos de Abraham, considerando esto como una provocación.

Siria, aliada de Irán desde la Guerra Irán-Irak de la década de 1980, ha cooperado estrechamente con Teherán para enfrentar a Estados Unidos e Israel. La ocupación del sur del Líbano por Israel en 1982 ha dejado secuelas en las relaciones entre ambos países, y el Líbano también ha sido un importante receptor de refugiados palestinos, lo que ha aumentado la hostilidad hacia Israel.

Qatar no mantiene relaciones diplomáticas con Israel y ha apoyado la contraofensiva de Hamás, a pesar de los acercamientos de otros países del Golfo con Israel.

Qatar brinda refugio y apoyo económico a los miembros de Hamás y se encuentra dividido entre el control de Hamás en Gaza y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), liderada por Fatá, en Cisjordania. La OLP, que ha renunciado a la lucha armada y mantiene relaciones diplomáticas con Israel y Occidente, es políticamente débil y podría perder en unas elecciones en Cisjordania frente a Hamás.

Rusia y China, aunque a menudo se unen contra Occidente, no necesariamente buscan un enfrentamiento, aunque Rusia se beneficia de la inestabilidad global y es aliada de Irán. China, como potencia económica, prioriza la estabilidad y ha abogado por el diálogo entre Israel y Palestina, defendiendo la creación de un Estado palestino independiente.

El panorama mundial en este decenio del siglo XXI es sumamente inestable, y el equilibrio es frágil.

Aunque un ataque de un grupo terrorista regional contra un país pequeño ha desencadenado una convulsión global, no parece que esto desencadene un enfrentamiento a gran escala entre bloques.

La historia reciente, como el caso de Ucrania, sugiere que Israel no será el escenario de un conflicto global a gran escala.

Sin embargo, la incertidumbre prevalece y cualquier movimiento en este tablero geopolítico tiene el potencial de intensificar las hostilidades entre los actores involucrados.

Si tuviéramos que dar un diagnóstico en este mismo momento, deberíamos definir que el paciente está en estado reservado con múltiples situaciones de delicado control.

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