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El jugador del Ajedrez Mundial

1923 – 1023

Henry Kissinger, cuyo nombre completo es Henry Alfred Kissinger, nació el 27 de mayo de 1923, en Fürth, Baviera, Alemania. Su familia emigró a los Estados Unidos en 1938 para escapar del régimen nazi. Kissinger se naturalizó estadounidense en 1943 y posteriormente sirvió en el Ejército de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial.

Después de la guerra, Kissinger estudió en la Universidad de Harvard, donde obtuvo su licenciatura en 1950 y su doctorado en 1954. Se convirtió en profesor de Relaciones Internacionales en Harvard y escribió varios libros sobre temas políticos y estratégicos. Su obra más destacada en esta etapa fue «A World Restored» (1957), que analizaba el Congreso de Viena y sus consecuencias.

La carrera de Kissinger en la diplomacia comenzó a ganar relevancia en la década de 1960. En 1968, durante la presidencia de Richard Nixon, fue nombrado Asesor de Seguridad Nacional. Más tarde, en 1973, se convirtió en el Secretario de Estado de los Estados Unidos, desempeñando un papel crucial en la política exterior estadounidense durante la Guerra de Vietnam y las negociaciones de paz de París.

Kissinger también desempeñó un papel fundamental en el acercamiento de Estados Unidos a China, que culminó en la histórica visita del presidente Nixon a China en 1972. Además, fue un actor clave en las negociaciones para poner fin a la Guerra de Yom Kipur en 1973 entre Israel y sus vecinos árabes.

En 1973, Henry Kissinger fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz por su papel en los acuerdos de paz de Vietnam, aunque su elección fue objeto de controversia debido a la continuación de la guerra en Vietnam.

Después de dejar su cargo como Secretario de Estado en 1977, Kissinger continuó ejerciendo influencia en la política exterior a través de su consultora, Kissinger Associates, y siguió siendo una figura respetada en los asuntos internacionales. También escribió varios libros sobre política y diplomacia.

A lo largo de su carrera, Kissinger ha sido objeto de elogios y críticas. Algunos lo ven como un hábil estratega y diplomático, mientras que otros critican sus tácticas y decisiones en temas como la Guerra de Vietnam y la intervención en Chile.

Después de dejar el cargo de Secretario de Estado en 1977, Kissinger continuó influyendo en la política internacional a través de su consultora, Kissinger Associates, una firma que asesora a empresas multinacionales y gobiernos en asuntos de geopolítica y estrategia global. Durante las décadas de 1980 y 1990, fue un asesor solicitado tanto en Estados Unidos como en el extranjero, y sus opiniones y análisis continuaron siendo ampliamente respetados.

En el ámbito académico, Kissinger regresó a la Universidad de Harvard, donde impartió clases y continuó escribiendo sobre asuntos internacionales. Sus discursos y ensayos se centraron en temas que iban desde las relaciones Este-Oeste hasta los desafíos emergentes en Asia y Oriente Medio.

A lo largo de su carrera, Kissinger también se vio envuelto en controversias y críticas. Su papel en la intervención de Estados Unidos en Chile en 1973, que llevó al derrocamiento del presidente Salvador Allende, ha sido objeto de fuertes críticas por parte de aquellos que consideran que apoyó métodos antidemocráticos.

Además, su implicación en asuntos como la Guerra de Vietnam ha sido objeto de debate. Algunos lo ven como un hábil negociador que buscaba la estabilidad global, mientras que otros lo critican por la falta de transparencia y la aplicación de tácticas controvertidas en aras de los intereses estadounidenses.

En la esfera personal, Kissinger ha mantenido una vida privada relativamente reservada. Estuvo casado con Ann Fleischer de 1949 hasta su divorcio en 1964, y luego contrajo matrimonio con Nancy Maginnes en 1974. Tiene dos hijos, Elizabeth y David.

A medida que avanzaba en la edad, Henry Kissinger se convirtió en una figura emblemática de la política exterior estadounidense.

Hoy con su muerte, su legado perdura no solo en sus acciones políticas y diplomáticas, sino también en su influencia continua en la formulación de políticas y en el estudio de las relaciones internacionales. A pesar de las críticas, sigue siendo una figura respetada y una fuente influyente de reflexión en el ámbito de la geopolítica.

RECOPILACION DE PRENSA INTERNACIONAL

Una figura paradójica

Como estratega de la política exterior estadounidense durante los turbulentos años 60 y 70 del siglo pasado, Kissinger detentó un enorme poder.

Su nombre ha sido relacionado con casi todos los grandes acontecimientos de aquellos tiempos, desde la guerra de Vietnam hasta el enfrentamiento de EE.UU. con la Unión Soviética.

Las paradojas de su vida fueron extraordinarias.

Pese a ser un protagonista polémico de la Guerra Fría, en 1973 fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz.

Identificado a veces con la derecha anticomunista, fue sin embargo el ideólogo del acercamiento entre EE.UU. y China, hasta entonces aislada bajo el régimen de Mao Zedong.

Y a pesar de haber nacido en Alemania y hablar inglés con un fuerte acento extranjero, se convirtió en uno de los símbolos más conocidos de Washington y su poder global.

El pragmático

Henry Alfred Kissinger nació en Fürth, en la Baviera alemana, el 27 de mayo de 1923, en el seno de una familia judía que huyó de la persecución nazi mudándose a Nueva York cuando él tenía 15 años.

En 1943, el mismo año en que se volvió ciudadano de Estados Unidos, fue reclutado por el ejército de ese país y pasó a ser interprete alemán de contrainteligencia durante la Segunda Guerra Mundial.

Tras el conflicto bélico, regresó a EE.UU. e ingresó becado a la exclusiva Universidad de Harvard, donde en 1950 se graduó en Ciencias Políticas con todos los honores. Obtuvo una maestría y un doctorado, y en 1954 se vinculó como profesor.

Su buena reputación académica le permitió entrar en los grandes salones de la política cuando el presidente Richard Nixon lo nombró su asesor de Seguridad Nacional en 1969 y secretario de Estado en 1973.

El veterano político republicano y el intelectual de Harvard formaron una pareja que marcó la política exterior de EE.UU. con una serie de iniciativas inesperadas y atrevidas.

Kissinger defendía la toma de decisiones por pragmatismo y conveniencia nacional antes que en base a preferencias ideológicas.

Entre otras cosas:

  • Contribuyó activamente a la normalización de relaciones de EE.UU. con China y fue arquitecto de la détente o política de distensión con la Unión Soviética.
  • En 1973 su mediación entre Israel y Egipto ayudó a terminar con la guerra de Yom Kippur.
  • También fue clave en los acuerdos de paz de París para retirar a EE.UU. de la guerra de Vietnam, que su gobierno había prolongado, lo que le valió el Nobel junto al diplomático norvietnamita Le Duc Tho.

Sin embargo, sus críticos señalan que fue responsable de atrocidades como los bombardeos aéreos secretos de EE.UU. en Camboya, nación a la que acusaba de dar refugio a los guerrilleros comunistas de la vecina Vietnam.

Pero Kissinger es una figura controversial no solo por el papel que tuvo en la política exterior de EE.UU., sino también por su personalidad.

«Tenía ese tipo de enfoque de sangre fría y calculador para la guerra y la paz«, indicó David Greenberg, autor del libro «La sombra de Nixon: la historia de una imagen».

Poseía «toda esta inteligencia, pero sin la base moral o ética», agregó.

Allende y Fidel

América Latina, donde la Guerra Fría se volvió a menudo un conflicto caliente, fue una de las regiones que conoció de primera mano la influencia de Kissinger.

Esto ha quedado en evidencia con diversos documentos oficiales desclasificados y publicados por el Archivo de Seguridad Nacional, en la Universidad George Washington.

Esos papeles muestran por ejemplo que Kissinger le indicó a Nixon en 1970 que la elección democrática del presidente socialista chileno Salvador Allende era «uno de los desafíos más serios jamás enfrentados en este hemisferio».

Kissinger temía que el país sudamericano se volviera un ejemplo de un «gobierno marxista electo y exitoso» y le dijo al director de la CIA, Richard Helms, que Washington evitaría «que Chile se echara a perder».

Días después de que Allende fuera derrocado por Pinochet en 1973, Kissinger habló telefónicamente con Nixon sobre el golpe militar: «Nosotros no lo hicimos. Es decir, los ayudamos», le contó al presidente.

«Queremos ayudar, no debilitarlo. Usted hizo un gran servicio a Occidente al derrocar a Allende«, le señaló Kissinger personalmente a Pinochet en junio de 1976, siendo ya secretario de Estado de Gerald Ford tras la renuncia de Nixon por el escándalo Watergate.

Aquella reunión tuvo lugar en Chile, cuando en todo el mundo crecía la preocupación por las graves violaciones de los derechos humanos por parte del régimen chileno.

Fue en ese mismo viaje que Kissinger se reunió con el canciller argentino Guzzetti y le transmitió su respaldo al gobierno de facto que emprendió una «guerra sucia» en la que morirían o desaparecerían hasta 30.000 personas.

Otros documentos desclasificados de EE.UU. muestran que Kissinger, furioso por la decisión del entonces presidente cubano Fidel Castro de enviar tropas a Angola, esbozó en 1976 planes para «aplastar a Cuba» con ataques aéreos, los cuales nunca llegaron a concretarse.

Sin disculpas

Tras su salida del gobierno en 1977, cuando el demócrata Jimmy Carter asumió la presidencia de EE.UU., Kissinger fundó la empresa de consultoría internacional Kissinger Associates, que hizo millones vendiendo consejos a grandes corporaciones.

También se dedicó a otra de sus pasiones, el fútbol, y como le había anunciado a Guzzetti, viajó personalmente al Mundial de 1978 en Argentina pese a la preocupación mostrada por el embajador de EE.UU. en ese país de que su respaldo a la junta militar endureciera la postura de ésta en derechos humanos, justo cuando el gobierno de Carter la presionaba para detener la represión.

Kissinger nunca escapó del todo a las controversias que despertó.

En mayo de 2001, de visita en París, un juez francés lo citó a declarar como testigo en una investigación sobre el golpe y las violaciones a los derechos humanos en Chile, pero el exsecretario de Estado se negó a responder y abandonó Francia.

También hubo intentos de involucrarlo en procesos en otros países por presuntos abusos relacionados con la política exterior estadounidense, pero esos esfuerzos nunca fructificaron.

Consultado en una entrevista con The Atlantic en 2016 sobre la utilidad de ir a otros países y hacer mea culpa por el comportamiento de EE.UU. en el pasado, Kissinger usó preguntas en su respuesta, sin ofrecer un atisbo de disculpa.

«¿Debería cada servidor público estadounidense tener que preocuparse sobre cómo sonarán sus puntos de vista 40 años después en manos de gobiernos extranjeros?», cuestionó.

Cuando recientemente un periodista de la cadena estadounidense CBS le preguntó sobre los bombardeos a Camboya, Kissinger se defendió: «Haces este programa porque voy a cumplir 100 años», dijo. «Y eliges un tema de algo que ocurrió hace 60 años. Tienes que saber que era un paso necesario«.

Hasta hoy se mantiene activo e informado sobre temas internacionales, pese a haber pasado por varias cirugías cardíacas.

En esa misma entrevista reciente dijo esperar que, con la participación de China, haya negociaciones a fin de este año para terminar con la guerra entre Rusia y Ucrania.

Y en diálogo con la revista británica The Economist lanzó consejos para que EE.UU. y China aprendan a convivir sin entrar en guerra, en un mundo donde la inteligencia artificial puede aumentar su rivalidad. «Ambas partes se convencieron de que la otra representa un peligro estratégico», advirtió. «Vamos camino a una confrontación entre grandes potencias».

Hitos históricos

Vietnam, Laos y Camboya

A mediados de la década de los años 60, Kissinger pasó sin escalas de enseñar diplomacia en las aulas de Harvard hasta Vietnam.

Después de tres visitas y la venia del gobierno de Richard Nixon (1969-1974), comenzó una serie de intentos para alcanzar la paz entre Washington y Hanói.

Sin embargo, el entonces consejero de Seguridad Nacional de EE.UU. se vio envuelto en episodios que van más allá de las tratativas de paz para poner fin a la guerra de Vietnam.

Archivos desclasificados soviéticos y estadounidenses dan cuenta de la participación de Kissinger en los bombardeos sobre Laos y Camboya para cortar las vías de suministro del ejército norvietnamita.

Se calcula que en ambos países murieron centenares de miles de civiles y se lanzaron millones de toneladas de bombas.

Después de los famosos Acuerdos de Paz de París de enero de 1973, firmados por autoridades estadounidenses, de Vietnam del Norte, Vietnam del Sur y por el Frente Nacional de Liberación vietnamita, Kissinger fue galardonado con el premio Nobel de la Paz por el logro.

La firma de los Acuerdos de Paz de París, que tuvo lugar en enero de 1973, no puso fin a la guerra de Vietnam.

Sin embargo, ni aquella firma ni el premio para Kissinger significaron el fin de la guerra.

Éste vendría dos años después, con la caída de Saigón (ahora llamada Ciudad de Ho Chi Minh) en manos del ejército norvietnamita y el Frente Nacional de Liberación

China

Heinz Alfred Kissinger, como fue bautizado originalmente en Fürth, su ciudad natal en Alemania, logró uno de sus principales hitos como figura internacional al viabilizar el histórico encuentro entre el líder de la revolución cultural china, Mao Zedong, y el expresidente estadounidense Richard Nixon.

En aquel momento Kissinger era consejero de Seguridad Nacional de EE.UU. y realizó dos visitas a China, en julio y octubre de 1971.

La primera de ellas fue una operación encubierta que allanó el camino para el posterior encuentro de los dos mandatarios.

Aquel primer acercamiento entre Washington y Pekín es recordado como uno de los movimientos de la Casa Blanca para presionar y ganarle terreno a su gran rival de aquel entonces: la Unión Soviética.

En su libro «Duras decisiones», Hillary Clinton comenta con admiración el episodio y relata un comentario anecdótico que compartió con Kissinger.

«Le dije a Henry que tenía suerte de que no había teléfonos inteligentes o redes sociales cuando hizo su primer viaje secreto a Pekín. Imaginen si un secretario de Estado trata de hacer eso hoy en día», escribió.

Durante el primer mandato del actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama, Clinton ocupó el cargo de secretaria de Estado.

Finalmente China y Estados Unidos normalizarían sus relaciones en 1979, con Mao Zedong ya fallecido y Nixon y Kissinger lejos de sus altos cargos.

Chile

«No veo por qué tenemos esperar y permitir que un país se vuelva comunista debido a la irresponsabilidad de su propio pueblo»…

La frase pertenece a Kissinger y la dijo en junio de 1970, unos meses antes del triunfo electoral del socialista Salvador Allende en Chile.

La pronunció durante una de las sesiones del Comité 40, una organización considerada de alto nivel entre la institucionalidad estadounidense para atender los problemas relacionados con el avance del comunismo en el mundo.

Transcripciones de llamadas telefónicas de esa época, hechas públicas por el Archivo de Seguridad Nacional de EE.UU., revelan la preocupación de la administración de Nixon antes de que Allende asumiera el poder.

En una de las conversaciones, Kissinger le comenta al entonces director de la CIA, Richard Helms, que Washington «no dejará que Chile se eche a perder».

En otro intercambio, el entonces secretario de Estado William Rogers le dice a Kissinger que Washington deberá «tomar una decisión a sangre fría y ejecutarla», añadiendo que deberá realizarse «discretamente, para que no salga el tiro por la culata».

El 11 de septiembre de 1973, aviones y tanques del ejército chileno destruyeron el Palacio de La Moneda en Santiago dando fin a la corta primavera socialista de Allende.

Argentina

Kissinger, ya convertido en Secretario de Estado de Nixon, tuvo más actuaciones en contra de movimientos insurgentes y de izquierda en América Latina

Otro de los episodios recordados, a partir de documentos desclasificados y biografías, es su participación en el golpe militar que sucedió en Argentina el año 1976.

El autodenominado «Proceso de reorganización nacional» no sólo gozó de la simpatía de Kissinger: según los archivos desclasificados del Archivo de Seguridad Nacional, Kissinger instó a los militares argentinos a terminar con la «guerra sucia» cuanto antes, en referencia a la represión contra movimientos guerrilleros y de izquierda en aquel país.

Un mes después del golpe de 1976, Kissinger le dijo al entonces canciller argentino César Guzzetti que «deseaba que (los militares) tengan éxito, cuanto antes mejor» y le quitó importancia a las denuncias sobre violaciones a los derechos humanos en aquel país.

Los cálculos señalan que entre 8.000 y 30.000 personas desaparecieron durante los años del gobierno militar en Argentina (1976-1982).

Henry Kissinger consideró atacar a Cuba en 1976

El New York Times dice que Kissinger se ha negado a comentar esta historia.

Documentos gubernamentales recién obtenidos por investigadores indican que el exsecretario de Estado de Estados Unidos, Henry Kissinger, esbozó planes para «aplastar a Cuba» con incursiones aéreas hace casi 40 años.

Kissinger estaba molesto por la intervención militar de Cuba en Angola en 1976 y estaba considerando una represalia si se desplegaban fuerzas cubanas en otros lugares de África.

La información proviene de documentos desclasificados a pedido del Archivo Nacional de Seguridad.

Los papeles muestran que Kissinger estaba ansioso porque EE.UU. se enfrentara a Cuba.

Los documentos de la Biblioteca Presidencial Gerald R. Ford muestran que funcionarios estadounidenses tenían planes para atacar puertos e instalaciones militares en Cuba, además de las medidas ordenadas por Kissinger para desplegar batallones de infantes de marina destacados en la base naval de Guantánamo.

Los papeles están publicados en «Back Channel to Cuba», un nuevo libro del profesor de la Universidad Americana, William M. LeoGrande, y el director del Proyecto de Documentación de Cuba en el Archivo Nacional de Seguridad, Peter Kornbluh.

Kornbluh declaró al periódico New York Times que Kissinger estaba indignado por lo que percibía como la decisión del entonces presidente cubano, Fidel Castro, de seguir su propio programa de política exterior en África, en lugar de normalizar las relaciones con EE.UU.

También se consideró un bloqueo de la isla, según el mismo diario, que agrega que Kissinger se ha negado a hace comentarios sobre esta historia.

Kissinger, que fue secretario de Estado entre 1973 y 1977, respaldó originalmente los esfuerzos clandestinos para mejorar las relaciones con Cuba, agrega el periódico.

Pero señala que estaba furioso por el envío de Castro a fines de 1975 de soldados a Angola para ayudar a ese país, que se acababa de independizar, a defenderse de los ataques de Sudáfrica y guerrilleros derechistas.

«Kissinger, el jugador de ajedrez global, se sintió insultado porque un país pequeño arruinara sus planes para África y estaba esencialmente preparado para llevar la fuerza imperial de EE.UU. a la cabeza de Fidel Castro», dice Kornbluh, como lo cita el New York Times.

«Puedes ver en la conversación con (el presidente) Gerald Ford que está ‘extremadamente apoplético'», afirma Kornbluh, describiendo el lenguaje del entonces secretario de Estado sobre hacer daño a Cuba como «esencialmente agresivo».

«Creo que vamos a tener que aplastar a Castro» comentó Kissinger a Ford en una reunión en la Casa Blanca en febrero de 1976, agregando que Ford debiera aplazar la decisión hasta después de las elecciones presidenciales de noviembre.

«Estoy de acuerdo», respondió Ford.

Los planes de contingencia estadounidenses advertían que cualquier agresión militar de EE.UU. a Cuba podría conducir a una confrontación directa con la Unión Soviética.

«Las circunstancias que llevarían a EE.UU. a escoger una opción militar contra Cuba debía ser lo suficientemente seria para garantizar más acciones en preparación para una guerra general», señala un documento.

Los planes nunca se concretaron, pues Jimmy Carter fue elegido presidente ese año.

La intervención planeada por Kissinger se habría producido 15 años después de que un grupo de unos 1.500 exiliados cubanos entrenados y financiados por la CIA lanzaron una fracasado invasión a Cuba desde el mar en la Bahía de Cochinos.

El plan era derrocar a Fidel Castro y su revolución.

En cambio, se convirtió en una derrota humillante que empujó a Cuba firmemente a la órbita de la Unión Soviética y agrió las relaciones entre Cuba y EE.UU. hasta el día de hoy.

Los simpatizantes de Kissinger afirman que jugó un papel clave en la política exterior estadounidense en los gobiernos de los presidentes Nixon y Ford en el punto más alto de la Guerra Fría, puntualizando que fue el hombre que negoció la distensión con los soviéticos, preparó el camino para la histórica visita de Nixon a China y, según sostienen, anuló la amenaza comunista en América Latina.

Además, arguyen que Kissinger fue crucial en garantizar acuerdos de paz en Medio Oriente y Vietnam.

Pero sus críticos dicen que orquestó el polémico bombardeo de saturación de la neutral Camboya durante la Guerra de Vietnam y que ayudó a Pakistán, Grecia, Indonesia y Chile a emprender campañas de represión.

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