13 de abril de 2024, una fecha que marcará la historia del mundo
ANTONIO GUTERRES, Secretario General de la ONU: “Ni la región, ni el mundo pueden soportar otra guerra”
La región del Medio Oriente se encuentra en una encrucijada crítica mientras la tensión entre Israel e Irán alcanza un punto culminante. En un dramático giro de los acontecimientos, Irán ha lanzado un asalto aéreo de gran envergadura contra Israel, utilizando una combinación de docenas de drones y posiblemente también misiles, en un acto que ha puesto en alerta máxima a las Fuerzas de Defensa de Israel. La confirmación del ataque por parte de las autoridades militares israelíes ha desencadenado una respuesta inmediata, con el seguimiento activo de la amenaza en el espacio aéreo del país.
Las repercusiones de este ataque no se limitan a Israel. Países vecinos como Jordania han cerrado temporalmente su espacio aéreo a todas las aeronaves entrantes, salientes y en tránsito, en un intento por mitigar el riesgo de escalada de las tensiones regionales. La Autoridad Reguladora de la Aviación Civil de Jordania ha justificado esta medida como un paso crucial para garantizar la seguridad de la aviación civil y proteger a los ciudadanos en un momento de crisis latente.
El alcance de las hostilidades parece expandirse más allá de un simple enfrentamiento entre dos naciones. Se teme que Irán esté planeando ataques contra múltiples objetivos dentro de Israel, y se especula que grupos afiliados a Teherán podrían estar involucrados en estos actos de agresión. Este panorama sombrío ha exacerbado las tensiones en toda la región, generando una atmósfera de incertidumbre y temor entre los países circundantes.
En un acto que agrega un nuevo elemento de intriga a la situación, Irán ha capturado un buque portacontenedores cerca del estratégico estrecho de Ormuz. Este barco, que llevaba a bordo a 25 tripulantes, está bajo el control de una empresa vinculada a un empresario israelí, lo que sugiere una escalada en el conflicto más allá de las fronteras terrestres.
Mientras tanto, la situación en los territorios ocupados palestinos ha alcanzado un punto crítico de violencia. Después de que se descubriera muerto a un adolescente israelí en la ocupada Ribera Occidental, cientos de colonos israelíes han rodeado ciudades palestinas, desatando ataques indiscriminados contra los residentes locales. Este incidente ha inflamado aún más los ánimos en una región donde la paz es esquiva y las tensiones étnicas y religiosas siempre están al borde del estallido.
Israel, por su parte, ha lanzado ataques aéreos contra presuntos «edificios militares» utilizados por combatientes de Hezbollah en el sur del Líbano, lo que ha desencadenado una rápida respuesta por parte de esta organización. Hezbollah ha disparado al menos 40 cohetes hacia el norte de Israel, avivando aún más el fuego de un conflicto que parece estar en constante ebullición.
La situación entre Israel e Irán es extraordinariamente volátil, con consecuencias potenciales que trascienden las fronteras regionales y tienen implicaciones significativas para el panorama geopolítico mundial. Las acciones y reacciones de ambas partes podrían desencadenar un ciclo de violencia sin fin, amenazando la estabilidad no solo en el Medio Oriente, sino en todo el mundo. En un momento en que la diplomacia y el diálogo son más necesarios que nunca, el riesgo de un conflicto a gran escala sigue siendo una sombría realidad que debe abordarse con urgencia y determinación.
Las Naciones Unidas ante un conflicto global:
El sistema de Naciones Unidas es un entramado complejo de reglas, instituciones, normas y prácticas. Cumple con la función crucial de ser el principal foro multilateral, garantizar un orden internacional basado en reglas y proteger la paz y la gobernanza globales1. Sin embargo, en el contexto del conflicto entre Israel, Irán y la Franja de Gaza, hay varios factores que pueden explicar por qué el sistema de la ONU no ha logrado resolver completamente esta situación:
Limitaciones estructurales:
La Asamblea General de la ONU, aunque es un foro importante, no tiene poder ejecutivo directo. Las decisiones tomadas allí no son vinculantes y no pueden imponerse a los Estados miembros1.
El Consejo de Seguridad, que tiene la autoridad para tomar medidas coercitivas, está compuesto por cinco miembros permanentes con derecho a veto (Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido). Esto a menudo dificulta la adopción de resoluciones efectivas en situaciones conflictivas1.
Intereses nacionales y geopolítica:
Los Estados miembros de la ONU a menudo priorizan sus propios intereses nacionales sobre las soluciones multilaterales. En el caso de Israel, Irán y la Franja de Gaza, las alianzas políticas y estratégicas influyen en las posturas de los países miembros2.
La rivalidad entre Estados Unidos e Irán, así como las relaciones tensas entre Israel y Palestina, complican cualquier intento de mediación o resolución.
Falta de voluntad política:
A pesar de los esfuerzos de la ONU, algunos Estados pueden no estar dispuestos a comprometerse plenamente en la búsqueda de soluciones pacíficas. La falta de voluntad política puede obstaculizar los esfuerzos de mediación y resolución de conflictos3.
Complejidad del conflicto:
El conflicto entre Israel, Irán y la Franja de Gaza tiene raíces históricas profundas, implicaciones religiosas, territoriales y de seguridad. Abordar estas complejidades requiere más que simples resoluciones de la ONU1.
En resumen, aunque la ONU desempeña un papel crucial en la diplomacia internacional, su capacidad para resolver conflictos depende de la cooperación de los Estados miembros, la voluntad política y la complejidad de las situaciones específicas13. Es un desafío constante encontrar un equilibrio entre los intereses nacionales y la búsqueda de la paz global.

DECLARACIÓN DE LIBERTAS
Nosotros, los ciudadanos del mundo comprometidos con los valores fundamentales de la democracia, la libertad y la justicia, nos reunimos en solidaridad para denunciar enérgicamente la escalada de violencia y tensiones entre Israel e Irán. Condenamos categóricamente cualquier acto de terrorismo, agresión y violación de los derechos humanos, sin importar su origen o justificación.
Reafirmamos nuestro compromiso inquebrantable con la defensa de la democracia y la libertad en todo el mundo. Creemos firmemente en la igualdad de derechos y oportunidades para todos los individuos, independientemente de su origen étnico, religión, género u orientación política. Rechazamos la intolerancia, el extremismo y cualquier forma de opresión que amenace la paz y la estabilidad de nuestras comunidades globales.
Nos solidarizamos con las víctimas de la violencia en el Medio Oriente y en cualquier otra parte del mundo, y exigimos el cese inmediato de las hostilidades y el inicio de un diálogo constructivo para resolver los conflictos de manera pacífica y sostenible. Instamos a todas las partes involucradas a mostrar moderación, respetar el derecho internacional y buscar soluciones diplomáticas que promuevan la reconciliación y la coexistencia pacífica.
En este momento crucial, reafirmamos nuestro compromiso con la promoción de la tolerancia, el entendimiento mutuo y la cooperación entre todas las naciones y pueblos. Llamamos a la comunidad internacional a unirse en un esfuerzo concertado para enfrentar los desafíos comunes y construir un mundo donde la libertad, la justicia y la dignidad humana sean los pilares de nuestra convivencia global.
Que esta declaración sirva como un recordatorio de nuestro deber compartido de proteger y preservar los derechos fundamentales de todas las personas, y como un llamado a la acción para trabajar juntos en la construcción de un futuro más justo, pacífico y próspero para las generaciones venideras.