Con base en los resultados de las elecciones departamentales de 2025 y considerando la afiliación partidaria de los intendentes electos, la distribución de las intendencias es la siguiente:
- Partido Nacional: 14 intendencias (incluyendo Salto, donde el intendente electo, Carlos Albisu, pertenece al Partido Nacional, si bien su participación es en el modelo de la Coalición Republicana).
- Frente Amplio: 3 intendencias (Montevideo, Canelones y Río Negro)
- Partido Colorado: 1 intendencia (Rivera)
- Lavalleja: pendiente de definición
En Montevideo, el Frente Amplio obtuvo el 48,6% de los votos, mientras que la Coalición Republicana alcanzó el 40,4%. Los votos en blanco y anulados representaron el 7,6%, con proyecciones que indican que podrían superar el 9%, un aumento significativo respecto al promedio histórico.
En Canelones, el Frente Amplio logró el 48,4% de los votos, superando a la Coalición Republicana, que obtuvo el 35,9%. Sin embargo, los votos en blanco y anulados superaron el 11%, y se estima que podrían alcanzar hasta el 15%, lo que también refleja un incremento notable en comparación con elecciones anteriores.
Estos resultados indican que, aunque el Frente Amplio retuvo las intendencias de Montevideo y Canelones, la diferencia con la oposición se redujo, y el aumento en los votos en blanco y anulados sugiere una creciente desafección o desencanto por parte del electorado. Este fenómeno podría interpretarse como una señal de advertencia para los partidos políticos, indicando la necesidad de renovar propuestas y fortalecer la conexión con la ciudadanía.
En resumen, las elecciones departamentales de 2025 reflejan una dinámica política en la que, si bien el Frente Amplio mantiene su presencia en sus bastiones tradicionales, enfrenta desafíos significativos en términos de participación y apoyo ciudadano, lo que podría tener implicaciones importantes para futuros procesos electorales.
El planteo del Expresidente Julio María Sanguinetti
La declaración de Julio María Sanguinetti el día de las elecciones departamentales de 2025 ofrece una lectura política profunda sobre el estado actual del sistema de partidos en Uruguay y permite proyectar, al menos en el plano hipotético, cómo podrían haber cambiado los resultados si sus propuestas y análisis se hubieran materializado plenamente.
Sanguinetti sugiere dos claves interpretativas centrales:
- La baja intensidad y fatiga electoral como causa de la desmovilización ciudadana, especialmente en Montevideo.
- El debilitamiento de la estrategia coalicionista por la decisión de no presentar un lema único de la Coalición Republicana (CORE) en todo el país, sino solo en Montevideo.
¿Qué hubiera pasado si se aplicaba el «espíritu coalicionista» en todos los departamentos?
Si tomamos en serio el planteo de Sanguinetti y realizamos un ejercicio contrafactual, es decir, imaginar un escenario alternativo en el que todos los votos del Partido Nacional, el Partido Colorado y otros partidos aliados se hubieran sumado bajo un mismo lema Coalición Republicana (CORE) en todos los departamentos, el mapa político podría haber cambiado en al menos tres dimensiones:
1. Unificación del voto: cambio en resultados clave
En departamentos con márgenes ajustados como Río Negro, Lavalleja e incluso Montevideo, la presentación bajo un único lema podría haber evitado la dispersión de votos y maximizado el resultado de la coalición:
- En Río Negro, donde el Frente Amplio ganó con un margen estrecho, la unificación de blancos y colorados bajo CORE probablemente habría revertido el resultado.
- En Lavalleja, donde la diferencia fue menor a 300 votos, una CORE unificada habría asegurado el triunfo.
- En Montevideo, la suma de los votos con mayor sinergia y un discurso común, se podría haber acortado significativamente la brecha.
Sanguinetti identifica correctamente que la fragmentación del voto coalicionista debilitó la competencia frente a un Frente Amplio unificado.
2. Potenciación simbólica de la coalición
Un lema CORE nacional habría reforzado la identidad política compartida, consolidando a la coalición como alternativa estructurada al Frente Amplio, no solo en lo parlamentario, sino también en lo territorial. Esto habría evitado:
- Campañas descoordinadas.
- Competencias internas implícitas entre blancos y colorados.
- Discurso difuso frente a un Frente Amplio con estrategia homogénea.
Como advierte Sanguinetti, la CORE no fue plenamente una coalición electoral, sino una alianza de gobierno parcial.
3. Mayor claridad para el votante
Muchos votantes, frente a lemas separados pero alianzas declaradas, pueden haberse sentido confundidos o poco motivados. El “lema único” habría ofrecido:
- Claridad sobre el proyecto común.
- Posibilidad de voto cruzado sin perder eficacia.
- Más entusiasmo para sectores que apoyan la continuidad del modelo iniciado en 2019.
La “fatiga electoral” mencionada por Sanguinetti no se combate solo con tiempo, sino con narrativas claras y propuestas estructuradas.
Proyección hipotética de resultados bajo lema CORE unificado
Departamento | Resultado real (2025) | Resultado hipotético (CORE unificado) |
Canelones | FA gana con 48,4% | CORE con lema único podría superar 40% |
Río Negro | FA gana con margen estrecho | CORE unificada probablemente gana |
Lavalleja | Resultado ajustado | CORE unificada ganaría seguro |
Salto | Ganó CORE (Nacional) | Confirmado |
Julio María Sanguinetti no solo formuló una crítica táctica, sino que dejó entrever un horizonte estratégico desaprovechado por la oposición uruguaya: la posibilidad de consolidar una coalición con identidad propia, estructura nacional y relato compartido. La ausencia del lema CORE fuera de Montevideo debilitó la performance electoral de la coalición, y si su planteo se hubiera materializado, es probable que el mapa político de 2025 fuera más equilibrado, incluso con eventuales derrotas para el Frente Amplio en departamentos donde hoy retuvo o retomo el control.
En definitiva, Sanguinetti no propuso solo una alianza, sino una nueva cultura política de coalición estructurada y competitiva, aún en gestación.
La Coalición como estrategia política
El modelo de Coalición Republicana —tal como ha operado en Uruguay desde 2019— constituye una forma moderna de articulación política interpartidaria que, cuando se construye sobre bases programáticas sólidas y mecanismos democráticos internos, puede fortalecer el sistema democrático. A continuación, se desarrolla un análisis en cinco dimensiones clave sobre cómo este modelo contribuye —o puede contribuir— al fortalecimiento de la democracia, tanto en lo formal como en lo sustantivo.
1. Fomenta la gobernabilidad sin mayorías absolutas
En sistemas parlamentarios o presidencialistas con fragmentación partidaria, las mayorías absolutas son infrecuentes. El modelo de Coalición Republicana —que unió al Partido Nacional, Partido Colorado, Cabildo Abierto y otros actores menores— permitió la formación de un gobierno estable sin necesidad de deformar el sistema electoral o recurrir a prácticas clientelistas. Esto fortalece la institucionalidad al permitir que diferentes partidos negocien acuerdos programáticos en lugar de competir destructivamente por parcelas de poder.
«Una democracia madura requiere coaliciones capaces de acordar lo esencial sin anular las diferencias.«
2. Amplía la representatividad política
Una coalición diversa permite representar más matices ideológicos dentro del electorado, sin que cada partido deba diluir su identidad. En el caso de Uruguay, la CORE logró canalizar las preocupaciones de sectores liberales, conservadores, desarrollistas y nacionalistas, ampliando la base de legitimidad del Ejecutivo y de las mayorías legislativas.
En una democracia plural, una coalición amplia funciona como síntesis de una voluntad nacional diversa.
3. Impulsa una cultura de diálogo y negociación
El funcionamiento interno de una coalición exige mecanismos de concertación y resolución de conflictos, que refuerzan la calidad democrática. La CORE, especialmente durante el gobierno de Luis Lacalle Pou, debió negociar proyectos como la LUC, la reforma de la seguridad social y las medidas económicas pospandemia.
Esta práctica cotidiana de concertación promueve una cultura política menos polarizada y más constructiva, lo cual es vital para la convivencia democrática.
4. Limita los riesgos del hiperpartidismo o hegemonía
En contraste con los modelos de partido único dominante o de hegemonías prolongadas (como el Frente Amplio en Montevideo), una coalición obliga a que el poder no se concentre en un solo liderazgo ni en un solo partido. Esto introduce controles horizontales internos a la coalición, lo que previene abusos de poder y facilita el escrutinio público.
La diversidad interna de la coalición se convierte en un mecanismo de “frenos y contrapesos” no estatales.
5. Genera estabilidad y previsibilidad institucional
La existencia de una coalición programática como la CORE ofrece al país una opción clara y coherente de alternancia frente al Frente Amplio. Esto fortalece el principio republicano de alternancia y la previsibilidad democrática, evitando saltos radicales en cada cambio de gobierno. También es valorado por actores internacionales y mercados, al mostrar que hay más de una opción sólida de gobierno.
La Coalición como herramienta republicana
Una coalición con visión de largo plazo transmite madurez institucional y compromiso con las reglas del juego democrático.
El modelo de Coalición Republicana, lejos de ser una alianza coyuntural, puede convertirse en una columna vertebral para la renovación de la democracia uruguaya, siempre que evolucione desde la coordinación electoral hacia una coalición estratégica y programática de largo aliento.
Si es transparente, deliberativa y abierta, la coalición republicana no solo sirve para gobernar, sino también para regenerar el diálogo democrático y ofrecer alternativas reales de poder. En tiempos de polarización o desgaste institucional, las coaliciones responsables representan un acto de madurez republicana.