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Amenaza a la Libertad y la Democracia

Hoy nos enfrentamos a un panorama global en el que las políticas comerciales proteccionistas impulsadas por el gobierno de Donald Trump y el modelo autoritario de China representan amenazas directas para la libertad, los derechos humanos y los valores democráticos que tanto hemos luchado por construir y proteger.

La administración Trump, con su enfoque unilateral y proteccionista, ha iniciado una era de aislamiento económico, donde la cooperación global se ve sacrificada en aras de un nacionalismo económico que limita las oportunidades para millones de individuos en todo el mundo.

Al imponer aranceles unilaterales, desmantelar acuerdos multilaterales y erosionar las instituciones internacionales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), Trump está contribuyendo al debilitamiento de un sistema global basado en la libertad económica y la resolución pacífica de disputas. Estas políticas no solo afectan las economías de otras naciones, sino que también minan la capacidad de las democracias para actuar en conjunto, generando un entorno de creciente polarización que pone en peligro la estabilidad política global.

Por otro lado, el modelo chino, que avanza a paso firme en la economía global mediante su iniciativa de la Franja y la Ruta – BRI – y otros acuerdos comerciales, representa una amenaza aún más grave a la libertad y la democracia.

Aunque China ha logrado posicionarse como una potencia económica en el escenario mundial, lo ha hecho a costa de un sistema que oprime las libertades individuales, restringe la competencia política y limita los derechos fundamentales de sus ciudadanos. Su sistema autoritario, que combina el control estatal absoluto sobre la economía y la sociedad con una falta total de respeto por las libertades políticas, está imponiendo un modelo de desarrollo basado en la sumisión y la censura.

China, al expandir su influencia económica a través de proyectos como la Franja y la Ruta – BRI –  no solo busca dominar el comercio internacional, sino también imponer su modelo político a países que, seducidos por promesas de inversión y crecimiento económico, terminan alineándose con un régimen que no solo viola los derechos humanos, sino que también pone en riesgo la independencia política de las naciones.

El compromiso económico con China conlleva la amenaza de perder la autonomía política y de sumergirse en un sistema donde la libertad de los individuos es vista como un obstáculo, y donde el desarrollo humano está subordinado al control total del Estado.

La contraposición entre las políticas de Trump y el modelo de China refleja una disyuntiva global crítica para las democracias. Mientras que Trump, a través de sus políticas de aislamiento, promueve un enfoque económico que fragmenta el comercio global y destruye las instituciones que fomentan la cooperación, China, al mismo tiempo, busca imponer su sistema autoritario bajo la fachada de un crecimiento económico acelerado.

Ambos, aunque a través de medios diferentes, están erosionando los principios fundamentales sobre los que se construyen las democracias: la libertad económica, el pluralismo político, el respeto a los derechos humanos y el desarrollo del individuo.

La expansión del poder de China no solo tiene implicaciones económicas, sino que también está alterando las normas globales sobre la libertad política. Países que se alinean con China no solo se ven atrapados en una dependencia económica, sino que también pueden perder su capacidad para tomar decisiones políticas autónomas, ya que el modelo chino exige la subordinación al control estatal.

La falta de libertad de expresión, la represión de las minorías, la censura de los medios y la falta de acceso a una justicia independiente son características intrínsecas de un régimen que viola los derechos fundamentales de las personas.

A través de su «poder blando», China ha logrado extender su influencia económica a regiones enteras, pero esta expansión está acompañada de un paquete completo de restricciones a las libertades individuales.

El comercio con China no es solo una cuestión de intercambio económico, sino también una negociación de principios, donde la democracia y la libertad son sacrificadas en nombre de la estabilidad y el crecimiento económico impuesto por un régimen totalitario.

Es fundamental que las democracias del mundo tomen una postura firme ante estas amenazas. Debemos reconocer que tanto el proteccionismo de Trump como la expansión autoritaria de China están poniendo en peligro los cimientos de la libertad y la democracia global. La libertad económica, entendida como el derecho de cada individuo a participar en una economía abierta y justa, está siendo reemplazada por sistemas que buscan controlar y limitar las opciones de los pueblos.

En LIBERTAS, hacemos un llamado a la comunidad internacional para que defienda y promueva los valores democráticos frente a estos desafíos.

Es hora de reafirmar que la libertad, los derechos humanos y el respeto por la dignidad de cada ser humano no son negociables.

La democracia no puede ser un simple punto de debate, sino un principio inquebrantable que debe ser defendido con determinación frente a los modelos autoritarios y las políticas de aislamiento económico.

Las naciones deben trabajar juntas para reconstruir el sistema global de comercio sobre la base de la cooperación, la justicia y el respeto mutuo, resistiendo las tentaciones del proteccionismo y el autoritarismo que amenazan el bienestar de todos.

LIBERTAS, por la Libertad, la Democracia y la República.

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