“La confianza del pueblo cubano en sus líderes, los sucesores de Fidel, y su fe en la Revolución de 65 años que los medios estatales cubanos todavía elogian está en su punto más bajo históricamente, a juzgar por las quejas y demandas de los manifestantes que salieron a las calles de Santiago de Cuba, y otras ciudades y pueblos del oriente, el 17 de marzo”, señala Pascal Fletcher.
Análisis de LIBERTAS
La situación en Cuba se agrava con una crisis económica prolongada que ha afectado la producción de alimentos, la disponibilidad de medicamentos y ha dado lugar a una inflación de tres dígitos. El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, reconoció el malestar popular por la situación del servicio eléctrico y la distribución de alimentos, aunque atribuyó las protestas a los enemigos de la Revolución.
Uno de los problemas más apremiantes es la escasez de combustible, que ha afectado gravemente a sectores como el transporte. La dependencia de Cuba de la ayuda de Rusia se ha vuelto más evidente, con acuerdos recientes que incluyen suministros de crudo para aliviar la situación. Sin embargo, hay preocupaciones sobre la dependencia excesiva de un solo socio internacional y el riesgo de mayores exigencias financieras.
Los expertos señalan que la crisis actual es aún más grave que la vivida durante el «Periodo Especial» de los años 90. Factores externos como la crisis en Venezuela, el embargo de EE.UU. y la pandemia de COVID-19 han exacerbado la situación. Además, problemas internos como errores en las políticas económicas y la falta de diversificación económica contribuyen al malestar generalizado.
Las desigualdades sociales han agudizado la crisis, con grupos vulnerables como los jubilados enfrentando dificultades significativas. A pesar de los esfuerzos del gobierno para culpar al embargo estadounidense, el malestar popular refleja una creciente frustración con las políticas internas y la falta de soluciones concretas.
Las recientes protestas en Cuba reflejan un profundo descontento y una demanda de cambios internos en lugar de retórica anti-imperialista. La confianza en el gobierno está en su punto más bajo históricamente, con manifestantes clamando por soluciones internas y reformas reales para abordar la crisis multifacética que enfrenta el país.Principio del formulario
Recopilación de información y reportes de las BBC
Para muchos cubanos es como un deja vu de una experiencia muy traumática.
La isla vive una contracción económica que dura varios años y afecta la producción de alimentos, la disponibilidad de medicinas y va acompañada también de una altísima inflación de 3 dígitos.
El peso se deprecia constantemente. Hay apagones. La economía no tiene un aliado internacional que permita un alivio financiero. También hay una emigración masiva y protestas sociales, como las que se registraron el pasado fin de semana.
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, reconoció en su cuenta de Twitter que «varias personas han expresado su inconformidad con la situación del servicio eléctrico y la distribución de alimentos», pero acusó a los enemigos de la Revolución de intentar aprovechar este contexto con fines desestabilizadores.
«En medio de un bloqueo que pretende asfixiarnos, seguiremos trabajando en paz para salir de esta situación», añadió Díaz-Canel.
EL PROBLEMA DEL COMBUSTIBLE
El taxista cubano Jorge Lloro recuerda los lazos históricos de su nación con Rusia cada vez que se sienta al volante de su Lada azul marino de la época soviética.
Su auto de fabricación rusa es uno de los estimados 100.000 ejemplares importados por la isla caribeña durante la Guerra Fría.
Estas máquinas ayudan a Cuba a sortear las limitaciones impuestas por el embargo económico que Estados Unidos aplica desde hace décadas.
Jorge Lloro es uno de los muchos taxistas en Cuba que viven al día ante la escasez de combustible.
Cuba vive uno de los peores momentos de su crisis económica endémica, acentuada por una implacable falta de combustible que le ha hecho recurrir a la ayuda de su vieja aliada Rusia.
Jorge lucha para mantener su carro rodando. Las refacciones son escasas y costosas. Llenar el tanque con combustible es una tarea que dura días.
En lo peor de esta crisis, las colas de carros en las gasolineras se extendían por varias manzanas.
Un sistema «ineficiente». Hubo momentos en que las colas para llenar el depósito de un carro en Cuba duraron horas.
Llegó un punto en que el Estado tuvo que organizar las colas de conductores en grupos de WhatsApp.
Un funcionario recoge los contactos de los conductores y les da un número. Cuando les toca el turno de llenar, les contactan para acudir con su carro.
«Tengo el número 426», explica Jorge mientras maneja hacia una gasolinera en La Habana tras haber recibido el aviso.
Pero cuando llega a su posición no hay petróleo. El tanquero no llegó. «No sé por qué me pidieron venir», se queja Jorge.
«Este sistema es ineficiente e inefectivo», replica Joel Hernández, otro conductor.
Todos en la cola están exasperados.
«No nos permiten llenar el tanque, la gente con frecuencia pierde su número o no se les informa cuándo es su turno. Falta organización e infraestructura».
Durante semanas, la crisis de combustible desespera a los cubanos.
Es el enésimo desafío que enfrentan tras la inseguridad alimentaria, la inflación y los apagones.
UNA OPORTUNIDAD PARA RUSIA
A veces los camiones tanqueros no consiguen suministrar combustible a las gasolineras, que lucen un aspecto vacío.
Las dificultades de Cuba radican en los problemas de gestión de su gobierno y el embargo económico estadounidense, pero empeoraron con el colapso del turismo durante la pandemia de coronavirus.
Esto supuso una oportunidad única para algunas compañías rusas.
En un foro de comercio reciente en La Habana, Cuba firmó una serie de acuerdos con empresas rusas cubriendo desde el turismo hasta la agricultura y la energía.
Entre los acuerdos se concedieron permisos para que firmas rusas revitalizaran partes de la decrépita infraestructura turística de la isla, incluyendo el decadente resort playero de Tarará.
También se organizará un proyecto conjunto para rehabilitar un ingenio azucarero obsoleto en la provincia de Sancti Spíritus, así como la inversión en la producción de ron y acero.
Pero lo que más interesa a Jorge y a otros conductores en la cola es el acuerdo mediante el que Rusia suministrará 30.000 barriles de crudo diarios.
Eso ayudaría a paliar el consumo doméstico en Cuba después de que Venezuela disminuyera sus exportaciones de petróleo a Cuba de 80.000 barriles diarios en 2020 a unos 55.000.
EL PROBLEMA DE LA DEPENDENCIA CUBANA
Los acuerdos son presentados por los medios estatales cubanos como evidencia de los largos vínculos que unen a las dos naciones.
Pero el economista independiente Omar Everleny teme que estrechar relaciones con Moscú es solo un apaño a corto plazo para Cuba.
«Cuando lidias con incendios en varios frentes, es atractivo que Rusia acuda en esta situación inestable, pero el problema radica a mediano plazo», dice Everleny.
Las firmas rusas demandarán que se les pague por completo y a tiempo por proveer los fondos que Cuba necesita, añade el economista.
«No son empresas soviéticas brindando créditos del gobierno. Son firmas privadas que pedirán beneficios por sus inversiones».
Omar Everleny opina que Cuba tiene que diversificar más su dependencia extranjera.
«¿Implicará eso más sacrificios para las familias cubanas porque tendremos que pagar esos créditos u otro Putin perdonará la deuda?», dice, en referencia a la decisión de Vladimir Putin en 2014 de perdonar unos US$32.000 millones de deuda cubana.
Los nuevos lazos económicos llegan en un momento complejo.
Tras la invasión de Rusia a Ucrania en 2022, Cuba ha sido uno de las voces de apoyo del Kremlin en América Latina, algo que Moscú agradece.
«Sin dudas, Cuba ha sido y continúa siendo el aliado más importante de Rusia en la región», dijo el ministro de Defensa ruso Sergei Shoigu durante una visita reciente de una delegación cubana de alto nivel en Moscú, según reportó un medio estatal.
El economista Everleny insiste en que Cuba no puede repetir el error de depender de un solo benefactor para mitigar su crisis.
«Pasó primero con España, luego con Estados Unidos, después la Unión Soviética y por último Venezuela. No se puede depende de un solo mercado».
«Creo que Cuba necesita su propia producción estratégica, una en que negocios pequeños y medianos cubanos jueguen un rol vital».
Al final de un día sofocante en la gasolinera, Jorge Lloro consigue llenar el depósito de su Lada.
Pero, como sucede con la Revolución Cubana, su máquina solo es capaz de mantenerse ahora
LOS APAGONES SE HAN VUELTO UNA CONSTANTE.
Pavel Vidal señala que desde el punto de vista macroeconómico, hay algunos indicadores que cayeron más durante el periodo especial, mientras que otros son similares.
Señala, por ejemplo, que hace 30 años el PIB cayó 35%, mientras que ahora no se ha contraído tanto pues bajó 11% durante la pandemia, pero luego se recuperó un poco.
La inflación, en cambio, sí es similar entre ambos periodos, mientras el déficit fiscal llegó en aquel entonces a 30% y esta vez no ha subido tanto, pero se ha mantenido alto por más tiempo.
“Creo que son crisis muy similares. Tampoco puedo decir que es peor porque creo que la economía ahora está más diversificada: hay más opciones que no estaban abiertas en el peri
POBREZA ALARMANTE
Los expertos creen que en la coyuntura actual, aquellos sectores de la sociedad cubana que reciben remesas o están conectados con el incipiente sector privado pueden estar lidiando con la crisis de una mejor manera que otros grupos.
“Los pensionados y los asalariados del Estado que dependen de un ingreso fijo en pesos cubanos que no se ha ajustado a la inflación… no hay datos oficiales, pero yo creo que ahí las cifras de pobreza son alarmantes. Sobre todo en este sector de jubilados, cuya situación se ve agravada por el envejecimiento de la población. Ahí hay una situación muy complicada”.
Por primera vez el gobierno solicitó oficialmente ayuda al Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas.
Estas desigualdades entre distintos sectores de la isla son una de las razones por las que algunos economistas consideran que la coyuntura actual es más dura que la que se vivió en la década de 1990.
El economista Ricardo Torres, investigador en el Centro de Estudios Latinoamericanos y Latinos de la American University en Washington, DC., sostiene que, aunque vista desde la perspectiva de las cifras de PIB la crisis actual pudiera parecer más “leve” que la del periodo especial, hay que considerar algunos aspectos desde el punto de vista cualitativo “para entender el agobio de las personas y cómo se puede sentir la crisis”.
Deterioro continuado
Torres destaca, por ejemplo, que el periodo especial estuvo precedido por una etapa de crecimiento económico, mientras que la coyuntura actual se presenta “después de casi 30 años de crisis permanente”.
“En los años 90, el país venía con un cierto bienestar que se había logrado en la década de los 80 tanto en términos de consumo como en términos de la calidad y la profundidad de los servicios sociales, educación, salud, con éxitos deportivos de clase mundial. Y todo esto en una sociedad bastante más igualitaria en términos del ingreso de lo que es ahora. No quiere decir que no había problemas, pero definitivamente era mucho más igualitaria en términos de los ingresos”, apunta.
Indica que aunque a partir de 1994, el PIB empezó a crecer nuevamente, hubo muchas áreas de la economía, de la sociedad y muchos grupos de la población que nunca recuperaron los niveles de vida y los niveles de actividad de la década de los 80.
Las diferencias entre esos dos puntos de partida iniciales también marcan, en su opinión, la capacidad del país de sobrellevar esta crisis.
“La infraestructura de Cuba, la que se construyó después del 59, estaba prácticamente recién construida en los 90. Pensemos en las plantas eléctricas, en las carreteras. Ahora esa situación es bastante más diferente. Las plantas eléctricas tienen 30 años más de uso, excediendo quizá ya los parámetros para los cuales estaban diseñadas. Muchas carreteras, por ejemplo, nunca han recibido mantenimiento en los últimos 30 años”, dice.
“Entonces, la infraestructura física está en un estado mucho más lamentable ahora, más deteriorada que en los años 90. Quizás la única infraestructura que está relativamente mejor hoy es la de telecomunicaciones, pues ciertamente se ha ampliado la disponibilidad de teléfono móvil e incluso el acceso a internet”, agrega.
Torres añade que la isla ha perdido capacidades productivas.
MIGRACION MASIVA
“Hay muchos menos centrales azucareros, mucha menos industria manufacturera, menos agricultura y ganadería, por ejemplo. Hay más hoteles y aeropuertos y algunos de ellos son más modernos que los que había en los años 80, pero el balance en términos de infraestructura no es favorable”
El experto indica que en estas tres décadas, la isla ha perdido mucho capital humano debido a la emigración y al envejecimiento de la población.
“Durante el periodo especial la atención en los hospitales, por supuesto, sufrió, pero nada que ver con la situación que se está viviendo hoy. Lo mismo puede decirse de la educación. Cuba venía con un sistema educativo robusto, con mucho capital humano. Eso ya no es así. Al contrario, ha habido una migración masiva de profesores bien calificados que afecta todos los niveles”, dice.
Pero, además, asegura que se ha reducido el apoyo material que las personas pueden recibir del Estado, no solamente en términos de, por ejemplo, los medicamentos que pueden estar disponibles en un hospital, sino también en términos de los productos básicos que la gente recibe a través de la libreta de abastecimiento, sistema creado para controlar la distribución de ciertos productos básicos para la población.
“Eso que se mantuvo durante el periodo especial con ciertos problemas, ahora prácticamente ya no existe. O sea, se han reducido al mínimo los productos que dan por la libreta de abastecimiento. Los productos no llegan a las bodegas. Y a veces cuando llegan, lo hacen con meses de retraso”, señala.
En la visión de Torres, todos estos problemas resultan agravados por el hecho de que debido al aumento de la desigualdad, que hace que algunos sectores de la isla sean muy vulnerables a la crisis.
¿UNA CRISIS MÁS GRAVE?
“A pesar de que el gobierno no difunde cifras oficiales al respecto, se sabe que los niveles de desigualdad eran muy altos ya para 2019. Eso quiere decir que un grupo importante de la población llega a esta crisis actual con niveles de vida muy deteriorados, con carencias importantes en términos de vivienda y de acceso a servicios sociales. Entonces, llegan con mucha desventaja y esta crisis que las golpea duramente. Y no tienen ya ningún tipo de recurso o de reserva para enfrentar esta situación”, afirma.
Al igual que el periodo especial, cuyo disparador fue la caída de la Unión Soviética y del bloque comunista -con la que Cuba perdió la mayor parte de su mercado exterior así como jugosos subsidios-, la crisis actual también se vio alimentada por factores externos.
Entre estos, los expertos citan la debacle de la economía de Venezuela -que durante el gobierno de Hugo Chávez se convirtió en el primer socio comercial de La Habana-, la reimposición de sanciones por parte de EE.UU. durante el gobierno de Donald Trump, la pandemia de covid-19 e, incluso, la invasión rusa de Ucrania (que ha influido en el aumento del precio de los fertilizantes y de los alimentos en el mundo).
La situación general de suministros de la isla suelen considerarse sensibles y un secreto estratégico.
A estos elementos hay que sumar lo que los economistas consideran como errores en las políticas internas, entre los cuales incluyen la reciente “reordenación monetaria” (un fallido intento por unificar el tipo de cambio), así como -en general- un conjunto de reformas económicas parciales e incompletas como -según señala Pavel Vidal- la iniciativa del exmandatario Raúl Castro de entregar a los agricultores en usufructo las tierras improductivas.
“El usufructo no le da al campesino la seguridad que necesita porque no tiene la propiedad de la tierra. Tienen millones de limitaciones para, por ejemplo, hacer construcciones en esa tierra y, además, la compra forzada por parte del Estado de una parte importante de la producción a precios ridículos hace que la actividad agropecuaria no sea financieramente viable”, apunta.
La suma de todos estos elementos lleva a que la crisis actual sea “mucho peor” que la del período especial, según dice a BBC Mundo Emilio Morales, presidente del Havana Consulting Group y vicepresidente del centro de estudios Cuba siglo XXI.
“Es una crisis mucho peor, más profunda. Han pasado ya más de 30 años desde el periodo especial. Aquella era una crisis más económica que política y social, y para salir de ella el gobierno tuvo que hacer algún ajuste, como permitir las remesas, la inversión extranjera, el turismo. Abrirse muy limitadamente al sector privado en aquel entonces. Todas esas medidas existen, están implementadas desde hace 30 años y el país se está cayendo a pedazos”, sostiene.
UNA CRISIS MULTISISTEMICA.
“30 años después, esto se ha convertido en una crisis multisistémica. Es una crisis política, social, sanitaria, económica. Y todos esos factores de forma conjunta han generado esta tormenta que ahora mismo tú la ves en esta explosión social que está ocurriendo en diferentes lugares del país”, agrega en referencia a las protestas que se registraron en la isla el pasado 17 de marzo.
Torres, Vidal y Morales coinciden en señalar que el problema de fondo es un modelo económico que “no funciona”.
“La evidencia histórica es abrumadora en términos de que esos modelos de economía centralmente planificada, sobre todo de estilo soviético, no dieron resultado en ninguno de los países en los cuales se adoptó. Fíjate que las mismas China y Vietnam, a pesar de todavía tener partidos comunistas en el poder, ya hace más de tres décadas que aceptaron que ese modelo no era funcional y lo abandonaron”, apunta Torres.
Pavel Vidal indica que aunque se requieren cambios estructurales que no son de corto plazo, la isla ha pasado tres décadas haciendo reformas parciales e incompletas y el gobierno sigue apostando por la economía centralizada.
La libreta de racionamiento da acceso a alimentos a precios subvencionados.
“Ellos siguen diciendo que la empresa estatal socialista es el principal actor de la economía cubana, pero es justamente la empresa estatal socialista la que no ha podido ofrecer ni electricidad ni comida a los cubanos”, apunta.
Las autoridades cubanas, por su parte, culparon a las sanciones estadounidenses por las dificultades que atraviesa la economía y acusaron al gobierno de EE.UU. y a los exiliados de Miami de incitar las protestas ocurridas en el oriente del país.
El 18 de marzo, el Encargado de Negocios de los Estados Unidos, Benjamin Ziff fue convocado al Ministerio de Relaciones Exteriores para escuchar «el firme rechazo a la conducta injerencista y los mensajes calumniosos del gobierno estadounidense y su embajada en Cuba ante asuntos internos de la realidad cubana».
«También se llamó la atención sobre la responsabilidad directa del gobierno de los Estados Unidos ante la difícil situación económica por la que atraviesa Cuba en estos momentos y, en específico, ante las carencias y dificultades que enfrenta la población de manera cotidiana, con la depresión e insuficiencia de abastecimientos y servicios esenciales, bajo el peso e impacto del bloqueo económico diseñado para destruir la capacidad económica del país», indica el comunicado del ministerio cubano.
Sin embargo, no está claro cuán persuasivo resulte el discurso oficial para disipar el malestar entre los cubanos.
“La confianza del pueblo cubano en sus líderes, los sucesores de Fidel, y su fe en la Revolución de 65 años que los medios estatales cubanos todavía elogian está en su punto más bajo históricamente, a juzgar por las quejas y demandas de los manifestantes que salieron a las calles de Santiago de Cuba, y otras ciudades y pueblos del oriente, el 17 de marzo”, señala Pascal Fletcher.
«HARTOS Y CANSADOS»
Explica que junto a las exigencias de «electricidad y alimentos», y los gritos de «libertad» y «Patria y Vida» –que se hicieron populares durante una ola previa de protestas antigubernamentales que se extendieron por toda la isla en julio de 2021–, muchos manifestantes en Santiago de Cuba también gritaron a los funcionarios del Partido Comunista que intentaron razonar con ellos «no queremos más muela».
“Esto indica claramente que muchos cubanos están hartos y cansados de la propensión del gobierno a culpar siempre al embargo económico estadounidense de todos los males del país”, dice Fletcher.
“Los cubanos están clamando por soluciones internas y cambios por parte de su gobierno interno, no más retórica incendiaria dirigida al otro lado del mar contra el viejo enemigo «imperialista», concluye.