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Por Ruben Muyano

Hoy vivimos en una humanidad globalmente planificada, por ende en una actividad cultural planificada, una cultura política planificada, acentuada hoy con esta Pandemia.
Hay un gran ejemplo de lo que acabo de decir y obedece a un diálogo entre el cínico Diógenes y el emperador y conquistador Alejandro Magno. Ese diálogo da cuenta de la crítica cínica, como una corriente filosófica al asumir el conocimiento de la realidad.
En un supuesto diálogo que sostuvieron el filósofo Diógenes con el estratega militar y conquistador imperial Alejandro Magno, este último le pregunta:

  • Quieres que te conceda algún deseo, dímelo y lo haré.
  • Sí, le pido, por favor, que no me quite el sol.
    Esta respuesta suena algo enigmática, y con un grado de ambigüedad. Típica respuesta cínica, mezcla de ironía y misterio. Qué quiso decirle el filósofo al político. Parece bastante evidente que el filósofo aborrecía el Poder Político Omnímodo, muy extendido y arbitrario, como una artificialidad insoportable para quien estudiaba la naturaleza y su riquísima complejidad maravillosa.
    También puede resultarnos evidente que Alejandro Magno podría haber planificado la vida de Diógenes, si este le hubiera pedido favores. Porque por otra parte, su autoridad emana de los favores concedidos a quien los pide o cede seducido por su propuesta. Lejos está ese tipo de autoridad de la racionalidad de su legitimidad aceptada como obediencia asumida por sus subordinados, inclusive, quienes integran las instituciones de autoridad gubernamental.
    Aquí podemos utilizar este ejemplo como un aventajado grafismo acerca de lo que podría encerrar una vida planificada desde el despotismo, o por un mecanismo más complejo y legitimado. Lo despótico indica lo exógeno al sujeto, la imposición y la coerción a que aplique un estilo de inversión de acciones en su espacio tiempo, al margen de su propia voluntad de pensamiento y acción.
    La evolución de este sentimiento de opresión ante la autoridad despótica e irracional ha sido instintivamente, y por concretas causas económicas y sociales el caldo de cultivo masivo en el que se cocinaron las ideas de libertad como inspiradoras de un modelo político; cada vez más analizado, más reflexionado, pasible de críticas y reformulaciones… El proceso de racionalidad del modelo republicano democrático, es el que encamina la revolución de las nuevas ideas en Europa y América.
    El Estado con separación de los tres poderes.
    El Estado garante de los derechos de los individuos.
    El Estado como administrador de Justicia.
    El Gobierno de las Leyes y no de los Hombres…
    El Estado como una compleja maquinaria burocrática institucional, en el cual, los que mandan son las instituciones integradas por personas y no las personas hacia las instituciones. “El funcionario es a la función y no la función al funcionario”. Art. 59.

Ahora que pasa cuando la vida de la población habituada a vivir en este régimen de libertades individuales, se encuentra bajo órdenes de la autoridad que le coartan ese régimen amplio y naturalizado de libertades, pero esto es como consecuencia de un agente exógeno a la vida política y económica de la sociedad, como una enfermedad viral que se hace Pandemia. Este es el caso del Corona virus, Covid 19.
Voy entonces a un ejemplo concreto y actual de una vida pública y social planificada por la emergencia de una Pandemia:

El Modelo Paradigmático y Liberal de Uruguay en ésta Nueva Normalidad

Un nuevo gobierno de coalición republicana asume en Uruguay el 1º de Marzo. El 13 de Marzo asume la actitud política de una cuarentena voluntaria a nivel general y en ámbitos importantes de la actividad económica, social y educativa del país, una cuarentena para esas actividades. En un viaje del Presidente con su Secretario desde Bella Unión a Montevideo reciben la noticia de los primeros 4 casos de coronavirus en Uruguay. El nobel Presidente toma decisiones con eficiente celeridad.
Se cierran todos los institutos de enseñanza, incluso las instituciones deportivas y recreativas. Se cancelan o prohíben los espectáculos públicos. Se prohíbe el fútbol. Se cierran las fronteras… El motivo: 4 casos de la Covid 19 en nuestro país, se trata del virus que está azolando Europa y gran parte de las Américas, como también en Asia, Africa y Oceanía. Italia y España la están pasando muy mal.
La mayoría de los países optaron por las cuarentenas generales y obligatorias. Uruguay adopta un sistema propio de protección sanitaria, apelando a la libertad circulatoria y de emprendimientos económicos autogestionados por personas, vendedores ambulantes, servicios de transporte, bares y restaurantes. Se establecen precisos protocolos sanitarios, como el uso de barbijos, el distanciamiento físico sostenido, el lavado de manos, desinfección de locales abiertos al público, testeos del virus por hisopados en la estrategia de clasters o encapsulamientos de los casos ocurridos y que van ocurriendo en el país. Esto permitió el aislamiento del virus en la focalización de las zonas de contagio y los agentes de contagio.
Se creó un Fondo Coronavirus para los recursos de tratamientos, diagnósticos, internaciones, compra de mascarillas, guantes, kits de hisopados, camas cti, ambulancias con cti móviles… Se determinaron medidas económicas rápidas ante el tsunami de seguros de desempleo parciales y de despidos, y la falta de actividades de las mypimes. Se crea una plataforma digital de consulta y trámites de diagnósticos. Coronavirus.uy.

Respecto a todo esto hace muy poco escribió lo siguiente el escritor Mario Vargas Llosa:
“Luis Lacalle Pou, el nuevo Presidente de Uruguay, acababa de tomar el poder después de derrotar al izquierdista Frente Amplio, que había acumulado 15 años de gobierno, con equivocaciones notables en política económica, pero respetando la libertad de expresión y las elecciones libres. El martes 13 de marzo se conocieron los primeros cuatro casos confirmados de coronavirus en el país. Enfrentando las presiones de la oposición de izquierda e incluso la de su propia alianza de blancos y colorados, Lacalle Pou se resistió a imponer una cuarentena, como han hecho tantos países en el mundo. Apeló a la responsabilidad de los ciudadanos y declaró que nadie que quisiera salir a la calle o seguir trabajando sería impedido de hacerlo, multado o detenido, y que no habría subida de impuestos, porque la empresa privada jugaría un papel central en la recuperación económica del país luego de la catástrofe. Sólo se suspenderían las clases en los colegios y habría cierre de fronteras, de momento.
La vicepresidenta de Uruguay, Beatriz Argimón, declaró a la prensa: “Para nosotros, la libertad del individuo es muy importante, el Presidente nunca quiso tomar una medida que no tuviera en cuenta ese aspecto fundamental, que es nuestra filosofía de vida”. El resultado de esta política, que no quiso aprovecharse del virus, como algunos gobiernos democráticos en Europa y en América Latina, para restringir las libertades y promover su agenda política sin las incomodidades de una oposición parlamentaria, no puede haber sido más positiva. Tengo frente a mí los resultados del último informe emitido en Montevideo, señalando que los fallecidos en Uruguay por obra de la plaga son 23 personas; los contagiados, 826, y los recuperados, 689. Difícil imaginar un balance menos trágico.” Yo agrego que hoy los números son otros, y muy auspiciosos, a pesar del caso departamento de Treinta y Tres con una suma considerable de contagiados, pero que no rompe el record de resultados muy positivos en términos estadísticos y también reales. En Montevideo, prácticamente no está circulando el virus.
También dijo el premio nobel de literatura sobre nuestro presidente, en éste mismo artículo:
“Conozco a Luis Lacalle Pou, he coincidido con él en encuentros de liberales y demócratas, y no me extraña que haya sido esta excepción a la regla apenas asumiera el poder, luego de una campaña electoral formidable. Es un hombre joven, de principios, amante de la libertad y de las ideas del verdadero progreso, que, con su valiente actitud frente a esta plaga que se abate contra el mundo, puede ahorrar a Uruguay buena parte de la catástrofe económica que se cernirá sobre los países donde los gobiernos, aterrados con la pandemia y la impopularidad, se apresuraron a cerrar fábricas y tiendas e imponer un confinamiento severísimo, o a anunciar subidas de impuestos y nacionalizaciones, sin pensar que todo ello contribuiría a agravar la tragedia económica, una de las herencias de la plaga y, acaso, la más difícil de subsanar.”
Se nos viene hablando de nueva normalidad. También de que el mundo se está reseteando, y eso es muy cierto. Pero veo en este ejemplo gubernamental de Uruguay, una suerte de reformulación pragmática y realista de lo que significa la responsabilidad y la ética humanitaria de un modelo liberal y democrático, que más allá de las históricas difamaciones desde pensadores variopintos y muchos de perfil colectivista y estatista, jamás fue excluyente de la incidencia del Estado en su razón de ser, tomando concretas medidas de políticas públicas, propiciando el marco adecuado para el desarrollo económico y productivo, y fundamentalmente garantizando la libertad individual como el eje de toda política pública y que se constituya en material legislativo en un Estado de Derecho.
En este marco de nueva normalidad surge una nueva institucionalidad: La Luc. La Ley de Urgente Consideración, que como su nombre lo indica, viene a modificar un montón de aspectos claves en el funcionamiento de las distintas áreas o dimensiones de nuestro País.
Es de este modo que se implanta una nueva cultura política, una nueva visión de país, con otros principios filosóficos respecto a los que nos gobernaron durante 15 años consecutivos desde la izquierda uruguaya coaligada y con mayorías parlamentarias en el Poder Legislativo del Estado.
Quiero ver ahora los aspectos fundamentales que definen las características de éste modelo uruguayo sobre el Coronavirus como Pandemia. ¿Por qué? Pues, porque va más allá de la contingencia sanitaria, nos dice mucho acerca de un modelo de gestión gubernamental, nos dice mucho acerca de la importancia de un gobierno racional y pragmático, nos dice mucho acerca de prácticas políticas que vinieron para quedarse, al menos eso espero y deseo. Por ejemplo el asesoramiento científico y técnico en la adopción de políticas de sanidad, educativas, económicas, sociales… Nos dice mucho de un Presidente que está jugando en toda la cancha y asume decisiones muy propias y muy jugadas, como por ejemplo adoptar éste modelo híbrido entre cuarentenas obligadas y espacios de libertad social, sin que todo pare en nuestro país, sino siempre con los motores económicos, sociales, y educativos encendidos.
Entendamos que en esta situación del País, estamos hablando de algo mucho más grande y profundo que las medidas asumidas en esta coyuntura de epidemia. Pues es en situaciones críticas o muy difíciles donde se ve la práctica o no de los principios constitucionales consignados por la Carta Constitucional que nos define como Estado.
Por cierto que cuando la vida corre peligro se interrumpen actividades y se elabora un protocolo sanitario a priorizar. De ahí lo de las tres perillas claves de las que nos habló el Presidente como si línea de acción. La perilla sanitaria, en primer lugar, la perilla económica, y la perilla social. Vemos a un gobierno con un grupo importante de científicos monitoreando la realidad en el día a día, y con pasos cortos y firmes asumiendo decisiones políticas. Uruguay hoy tiene números ejemplares a nivel mundial. Incluso paulatinamente el reconocimiento mundial lo va asumiendo como un modelo de políticas públicas en situaciones críticas como esta. Por ejemplo, Europa abre sus fronteras al turismo y el único País en toda América Latina al que le abre las puertas de un intercambio protocolizado de turistas, es a Uruguay.
Ruben O. Muyano

El Nuevo Gobierno Entendió la Importancia de la Libertad Ciudadana bajo el signo de la Responsabilidad.

Creo entender que el gobierno comprendió con claridad lo que prescribe la constitución de la república en su artículo 7º
SECCION II – DERECHOS, DEBERES Y GARANTIAS
CAPITULO I
Artículo 7
Los habitantes de la República tienen derecho a ser protegidos en el
goce de su vida, honor, libertad, seguridad, trabajo y propiedad. Nadie
puede ser privado de estos derechos sino conforme a las leyes que se
establecieren por razones de interés general.

De acuerdo a esta redacción de nuestra carta magna, puedo ver que el gobierno viene combinando la protección de estos 7 derechos fundamentales de todos nosotros, como si se tratara de un hábil malabarista que sostiene siete platos girando sobre siete varillas muy firmes y muy finas.
En cambio otros gobiernos del mundo, la gran mayoría, no tuvo reparo en establecer leyes de cuarentenas obligatorias bajo las razones del interés general, traduzco: la salud de la población. Ahora bien, esa legislación coyuntural, optó por un Estado Policial, con un régimen de toque de queda. Por ende quien desobedezca ese orden legal, marcha preso y paga multas en caso de ser empresario o pequeño comerciante queriendo ganar su sustento diario. Esto se traduce además en el rápido empobrecimiento de la economía nacional, el disparo de los subsidios laborales.
En nuestro País, se optó por una hibridación entre un sistema pleno de libertades y un sistema pleno de cuarentena.
Se comprendió que había que dar el mensaje cotidiano de una libertad responsable, cuidándose a sí mismo y a los demás adoptando todas las medidas sanitarias que el gobierno recomienda. Todo es en el tenor de las recomendaciones, todo gira en torno al diálogo, las conferencias diarias ante la población.
Se comprendió que había que explicar, enseñar, concientizar…
Su sistema de comunicación también es una nueva forma de hacer política, que vino para quedarse.
La oposición frenteamplista y el sindicato médico, junto a varios periodistas, presionaron en las primeras horas de esta crisis por un sistema pleno de cuarentena obligatoria.
A contrapelo de todo esto, incluso dentro de ciertas voces de la coalición de gobierno, el Presidente Luis Lacalle Pou se decidió por éste sistema mixto entre libertades deambulatorias, como actividades comerciales y estableció por decreto presidencial las que explícitamente estaban prohibidas. Comprendió que había que educar, explicar, pero a su vez recibir información y aprender de los cerebros científicos más calificados del país, quienes a su vez interactúan con científicos del mundo.
Esto lo confesó en el programa televisivo Santo y Seña, que se emite todos los domingos por Canal 4.
De este modo evitó un Estado Policial. Evitó el toque de queda. Evitó lo impracticable, además. Y se fueron creando medidas que van constituyendo un sistema de política sanitaria que vino para quedarse y ser modelo mundial.
Quedó claro con todo esto que primó el espíritu libertario y democrático al fácil recurso dirigista y policial.
Bajo el nuevo gobierno entonces, estamos hablando de Uruguay en la Nueva Política de la Nueva Normalidad. Y en este punto cabe destacar que la nueva política es la nueva liberalidad, es el nuevo liberalismo revisionista de sus postulaciones más ortodoxas y primitivas. Es el liberalismo progresista en esta nueva era, de una nueva modalidad de guerra política e ideológica del nuevo liberalismo democrático de interés social, versus el nuevo socialismo igualitarista y estatista, cuyos paradigmas son el estado impositivo, subsidiarista, controlador, y dirigista de actividades medulares para la libertad individual y el desarrollo libre de conciencia: la economía, el mercado y la educación.

Sencillamente repasemos titulares de un periódico uruguayo en la publicación de un solo día, y ya veremos el contexto mundial y nacional en el que estamos viviendo durante esta Pandemia. Y esto lo podemos hacer todos los días.

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