
La situación en Venezuela, marcada por la controversia en torno a las elecciones presidenciales de 2024 y la prevista toma de posesión de Nicolás Maduro el 10 de enero de 2025, ha alcanzado un nivel crítico en su panorama político, social y económico.
El Consejo Nacional Electoral (CNE), bajo control del chavismo, proclamó a Nicolás Maduro como vencedor, asegurando su continuidad en el poder por un tercer mandato consecutivo. Sin embargo, el proceso estuvo plagado de irregularidades, como:
- Falta de transparencia: No se publicaron resultados detallados ni actas de votación.
- Control mediático: Los medios independientes fueron restringidos, y la campaña electoral se caracterizó por la censura y la propaganda oficialista.
- Inhabilitación de candidatos opositores: Edmundo González Urrutia, líder opositor, logró participar pese a múltiples intentos del régimen de impedir su candidatura.
A nivel internacional, el reconocimiento de los resultados ha sido desigual. Estados Unidos, la Unión Europea y varios países de América Latina, como Argentina y Uruguay, han rechazado la legitimidad de las elecciones. En contraste, países aliados del chavismo, como Rusia, China y Cuba, continúan respaldando al gobierno de Maduro.
Edmundo González Urrutia, principal rival de Maduro, ha emergido como una figura clave para la oposición venezolana. Reconocido como presidente legítimo por varios países, ha asumido un rol activo en denunciar las irregularidades del régimen y en buscar apoyo internacional.
Actualmente se encuentra en España debido a órdenes de arresto en su contra emitidas por el gobierno de Maduro. El régimen ha ofrecido una recompensa por su captura, intensificando la persecución.
González Urrutia ha iniciado una gira por Latinoamérica, visitando países como Argentina, Uruguay y República Dominicana, con el objetivo de desacreditar la toma de posesión de Maduro y fortalecer la coalición internacional contra el chavismo.
La comunidad internacional enfrenta una clara división respecto a la crisis en Venezuela:
Rusia y China han reafirmado su respaldo político y económico al régimen, mientras que Cuba mantiene su apoyo estratégico. Esta alianza permite a Maduro resistir las sanciones internacionales y la presión diplomática.
Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea y varios países latinoamericanos han expresado su apoyo a la oposición. La Organización de Estados Americanos (OEA) y la ONU también han cuestionado la legitimidad del proceso electoral.
Esta polarización ha impedido alcanzar un consenso para abordar la crisis venezolana de manera efectiva en los organismos multilaterales.
En el plano doméstico, el gobierno de Maduro ha intensificado las medidas de represión para contener el descontento social.
Activistas, líderes opositores y periodistas han sido detenidos en un intento de silenciar las críticas al régimen.
Las manifestaciones han sido reprimidas con violencia, generando un clima de temor en la población.
Todas las instituciones clave, incluidos el Poder Judicial y la Asamblea Nacional, están dominadas por el chavismo, consolidando un estado autoritario.
La crisis económica de Venezuela continúa profundizándose, exacerbando las dificultades para la población.
Aunque la dolarización parcial ha estabilizado ciertos sectores, la economía sigue siendo extremadamente volátil.
La mayoría de los venezolanos vive en condiciones de pobreza extrema, con un acceso limitado a bienes básicos y servicios.
Más de 7 millones de venezolanos han emigrado, buscando mejores condiciones de vida. Esta diáspora ha generado una crisis regional de refugiados.
El desenlace de los eventos del 10 de enero de 2025 será crucial para el futuro de Venezuela:
Si logra mantenerse en el poder sin mayores consecuencias internacionales, el régimen podría endurecer aún más su control interno.
La oposición liderada por González Urrutia podría lograr un mayor respaldo global, intensificando las sanciones y el aislamiento diplomático del régimen.
La acumulación de tensiones podría derivar en un levantamiento popular, aunque las capacidades represivas del régimen hacen que este escenario sea incierto.
La situación en Venezuela es extremadamente delicada, con un gobierno autoritario que enfrenta un rechazo tanto interno como externo. La comunidad internacional desempeña un rol crucial para promover una transición democrática, pero la polarización global complica los esfuerzos. Mientras tanto, la población venezolana sigue enfrentando una crisis humanitaria que exige soluciones urgentes.
RUSIA Y CHINA
El apoyo de Rusia y China al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela tiene implicaciones significativas para toda América Latina, tanto en términos políticos como económicos y estratégicos.
El apoyo de Rusia y China al régimen de Nicolás Maduro trasciende las fronteras de Venezuela, afectando el panorama político, económico y estratégico de toda América Latina. Esta relación refuerza alianzas antioccidentales, plantea riesgos para la estabilidad democrática y crea un entorno de polarización internacional que complica la resolución de conflictos en la región. La influencia de estas potencias en Venezuela es un factor clave en la reconfiguración del equilibrio de poder en el hemisferio
Liderazgo
El respaldo de Rusia y China a Venezuela refuerza un eje de poder alternativo al tradicional liderazgo de Estados Unidos en la región.
Venezuela se convierte en un bastión para que Rusia y China proyecten su influencia en el hemisferio occidental, desafiando la hegemonía estadounidense.
Ambos países ofrecen financiamiento, tecnología y apoyo político sin las condiciones democráticas y de derechos humanos que exige Occidente, atrayendo a otros gobiernos afines en la región.
El apoyo económico y comercial de Rusia y China a Venezuela tiene efectos colaterales para otros países de la región:
China, en particular, ha invertido en infraestructura energética, minería y telecomunicaciones en Venezuela y otros países latinoamericanos, consolidando su rol como un socio clave en sectores estratégicos.
Dependencia económica
La dependencia de Venezuela de los préstamos chinos genera un precedente para otros países que buscan financiamiento fuera del sistema occidental, pero también expone a la región a riesgos de sobreendeudamiento con condiciones opacas.
Rusia y China han ayudado a Maduro a esquivar sanciones al canalizar la exportación de petróleo venezolano hacia mercados alternativos, lo que afecta los flujos comerciales de energía en la región.
El respaldo de Rusia y China a un régimen autoritario como el de Maduro tiene implicaciones negativas para la gobernanza en América Latina.
Este apoyo puede alentar a otros gobiernos de la región a adoptar prácticas similares, como el debilitamiento de instituciones democráticas y la represión de la oposición.
La influencia rusa y china reduce el impacto de las sanciones internacionales y la presión de organismos como la OEA, lo que prolonga la supervivencia de regímenes autoritarios.
Cooperación militar
El apoyo militar de Rusia y China a Venezuela también tiene implicaciones en el ámbito de la seguridad regional:
La cooperación militar incluye ventas de armas, asesoramiento y ejercicios conjuntos, lo que puede generar tensiones con países vecinos aliados de Estados Unidos.
La transferencia de tecnología de vigilancia y control social por parte de China fortalece las capacidades del régimen para reprimir disidencia y controlar información, y puede exportarse a otros gobiernos en la región.
La militarización de Venezuela, apoyada por Rusia y China, podría generar conflictos fronterizos o afectar la estabilidad en regiones como la Guayana Esequiba o áreas limítrofes con Colombia.
Mientras países como Argentina, Colombia y Brasil intentan mantener relaciones equilibradas con China y Rusia, este apoyo al régimen de Maduro puede complicar sus vínculos con Estados Unidos y Europa.
Gobiernos de izquierda en América Latina pueden usar la relación de Venezuela con Rusia y China como ejemplo de resistencia a la injerencia de Occidente, mientras que gobiernos de derecha pueden verlo como una amenaza a la estabilidad democrática.
China, con su Iniciativa de la Franja y la Ruta, podría consolidar su influencia en América Latina a través de proyectos de infraestructura que vinculen a Venezuela con otros países del continente.
Una mayor presencia de Rusia y China en la región podría limitar la capacidad de Estados Unidos para actuar como árbitro de conflictos y promotor de la democracia.
Si Venezuela supera su crisis económica con el apoyo de estas potencias, podría convertirse en un modelo para otros países que buscan alternativas a la influencia occidental.

Paralelismo con la Guerra Fría
El contexto actual de Venezuela y la influencia de Rusia y China en América Latina presentan paralelismos interesantes con la dinámica geopolítica de la Guerra Fría, especialmente en lo que respecta a Cuba y su rol en la región durante ese período.
El caso de Venezuela refleja cómo los ciclos históricos se repiten, pero con nuevas dinámicas y actores. Esto subraya la relevancia de América Latina como un espacio de competencia geopolítica y económica en el siglo XXI.
Durante la segunda mitad del siglo XX, el mundo estuvo dividido entre dos bloques liderados por Estados Unidos (capitalista) y la Unión Soviética (comunista). América Latina se convirtió en un escenario clave para la competencia ideológica y militar entre estas potencias.
Aunque el conflicto ideológico no es tan explícito como en la Guerra Fría, el sistema internacional está fragmentado. Estados Unidos sigue siendo una potencia hegemónica en América Latina, pero enfrenta desafíos crecientes de potencias como China (económica) y Rusia (militar), que buscan contrarrestar su influencia.
Cuba como eje de la Guerra Fría en América Latina vs. Venezuela hoy
La Revolución Cubana de 1959 marcó un punto de inflexión, estableciendo el primer gobierno comunista en el hemisferio occidental.
Fidel Castro recibió apoyo militar, económico y político de la Unión Soviética, convirtiendo a Cuba en una base estratégica de operaciones para el bloque socialista.
La Crisis de los Misiles de 1962 fue un ejemplo de cómo Cuba se transformó en un foco de tensión global, atrayendo la confrontación directa entre Estados Unidos y la URSS.
Venezuela hoy:
Nicolás Maduro, como líder del chavismo, representa un bastión de resistencia contra las democracias liberales en la región, similar al rol que desempeñó Fidel Castro en la Guerra Fría.
Rusia y China, en lugar de la URSS, apoyan a Venezuela con recursos económicos, armamento y respaldo político. Esto fortalece la posición de Maduro frente a las sanciones y presión de Occidente.
Venezuela, al igual que Cuba, se convierte en un terreno de disputa indirecta entre grandes potencias, donde las tensiones globales encuentran eco en un contexto regional.
Durante la Guerra Fría, La URSS proporcionó a Cuba subsidios masivos, petróleo a bajo costo y tecnología militar, permitiendo la sobrevivencia del régimen a pesar del embargo de EE. UU.
La influencia soviética incluyó la provisión de armas y formación militar para gobiernos y guerrillas simpatizantes en América Latina, como en Nicaragua, El Salvador y Chile.
En la actualidad, China reemplaza el papel de la URSS como principal proveedor económico. Ha otorgado préstamos multimillonarios a Venezuela, asegurando su acceso a recursos naturales estratégicos como el petróleo.
Rusia ha suministrado armamento avanzado y asesoramiento militar a Venezuela, similar a su rol en Cuba durante la Guerra Fría.
El petróleo, al igual que el azúcar cubano en el pasado, se convierte en el eje económico que sustenta la relación entre Venezuela y sus aliados internacionales.
En la Guerra Fría, Cuba lideró un movimiento de izquierda en América Latina, fomentando revoluciones y guerrillas en países como Bolivia, Nicaragua y Colombia, buscando expandir la influencia soviética.
La Doctrina Brezhnev justificó el apoyo soviético a los regímenes socialistas y a los movimientos revolucionarios en la región.
En la actualidad, Venezuela, como sucesor ideológico de Cuba, ha intentado exportar su modelo chavista a través de alianzas con países afines, como Bolivia bajo Evo Morales, Nicaragua bajo Daniel Ortega y anteriormente Ecuador bajo Rafael Correa.
La relación con Rusia y China fortalece un bloque de resistencia antioccidental, aunque la propagación ideológica no es tan intensa como en la Guerra Fría.
Durante la Guerra Fría, Estados Unidos adoptó una política de contención contra el comunismo en América Latina, apoyando golpes de Estado (Chile 1973, Guatemala 1954) y respaldando dictaduras militares.
La influencia estadounidense fue directa y hegemónica, marcando la política exterior de la región.
En la actualidad, Estados Unidos sigue siendo un actor clave, pero enfrenta una creciente competencia de potencias emergentes. Su capacidad para actuar unilateralmente en América Latina está limitada por la diversificación de relaciones comerciales y políticas de la región.
La estrategia de sanciones y aislamiento a Venezuela recuerda la política de embargo hacia Cuba, aunque con resultados limitados.
En la Guerra Fría, América Latina fue un campo de batalla indirecto entre EE. UU. y la URSS, con consecuencias devastadoras para muchos países.
Las crisis, como la de los Misiles en Cuba, demostraron cómo la región podía convertirse en un punto de inflexión para la política global.
Situación actual, Venezuela, con el apoyo de Rusia y China, se convierte en un nuevo escenario de disputa entre potencias globales.
La militarización de Venezuela y su capacidad para resistir sanciones internacionales crea tensiones en la región, especialmente con vecinos como Colombia, aliados de EE. UU.
El paralelismo entre la Guerra Fría y la situación actual en América Latina destaca cómo las grandes potencias utilizan la región como un terreno estratégico para expandir su influencia.
Sin embargo, hay diferencias notables:
A diferencia de la Guerra Fría, no hay dos bloques claramente definidos; el sistema internacional es más fragmentado y complejo.
Mientras que la Guerra Fría se centró en la ideología, la competencia actual está más orientada hacia el control de recursos estratégicos y mercados.
Los países latinoamericanos tienen más opciones de alianzas y pueden diversificar su política exterior.

Declaración de LIBERTAS: Por la Defensa de la Democracia en América Latina
LIBERTAS, como defensora de la libertad, la democracia, la república y los derechos humanos condena enérgicamente la ilegítima asunción de Nicolás Maduro el 10 de enero de 2025.
Este acto no solo perpetúa un régimen autoritario en Venezuela, sino que representa una amenaza directa para los valores democráticos y la estabilidad en América Latina.
El régimen de Nicolás Maduro ha sumido a Venezuela en una crisis política, económica y social sin precedentes. La reciente elección presidencial de 2024, plagada de irregularidades, carece de legitimidad debido a la manipulación de resultados y la ausencia de fiscalización electoral, persecución de opositores, periodistas y manifestantes para consolidar el clima de temor. Todas las instituciones clave están dominadas por el chavismo, eliminando cualquier posibilidad de alternancia democrática.
Estas acciones socavan los principios fundamentales de la democracia y los derechos humanos, afectando no solo al pueblo venezolano, sino también a la estabilidad de la región.
El respaldo de Rusia y China al régimen de Maduro, mediante financiamiento, apoyo militar y económico, refuerza un modelo autoritario que amenaza la paz y la seguridad en América Latina.
LIBERTAS insta a la comunidad internacional a:
- Rechazar el reconocimiento del régimen de Maduro: Exhortamos a los países y organizaciones internacionales a desconocer esta nueva administración ilegítima.
- Fortalecer las sanciones dirigidas: Es fundamental intensificar las sanciones específicas contra los líderes del régimen, evitando afectar a la población civil.
- Apoyar a la oposición democrática: La figura de Edmundo González Urrutia, reconocido como presidente legítimo por varias naciones, debe ser respaldada como líder de una transición pacífica y democrática.
El caso de Venezuela es un recordatorio urgente de cómo el autoritarismo puede expandirse si no se enfrenta con determinación. La influencia de potencias extranjeras como Rusia y China exacerba las divisiones en la región y pone en peligro las instituciones democráticas.
Por ello en LIBERTAS, ratificamos nuestro compromiso con la democracia: América Latina debe ser un bastión de libertad, donde se respeten los derechos fundamentales de sus ciudadanos.
Exhortamos a la unidad de los países de la región para fortalecer sus lazos en defensa de la democracia, evitando ser instrumentos de injerencia extranjera.
Promovemos la acción ciudadana, los movimientos sociales y civiles ya que deben continuar alzando su voz contra la opresión y la injusticia, tanto en Venezuela como en cualquier lugar donde la democracia esté amenazada.
La lucha del pueblo venezolano por su libertad es un ejemplo de valentía que inspira a toda América Latina
Más de 7 millones de venezolanos han sido forzados a huir de su país. Deben ser recibidos con solidaridad y dignidad.
Los responsables de crímenes de lesa humanidad y corrupción en el régimen de Maduro deben enfrentar la justicia internacional.
Uniendo esfuerzos con gobiernos democráticos, organizaciones internacionales y ciudadanos comprometidos, trabajaremos por un continente donde la libertad prevalezca sobre la opresión.