La reciente propuesta de Nicolás Maduro de formar una alianza militar con Cuba y Nicaragua, incluyendo la disposición a «tomar las armas» en defensa de la soberanía, evoca paralelismos inquietantes con la insurgencia armada de la izquierda en Centroamérica durante la década de 1980.
En los años 80, países como Nicaragua, El Salvador y Guatemala fueron escenarios de conflictos armados protagonizados por movimientos guerrilleros de izquierda que buscaban derrocar regímenes autoritarios y establecer gobiernos socialistas. Estos movimientos, como el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en Nicaragua, contaron con el apoyo de la Unión Soviética y Cuba, lo que intensificó la polarización ideológica en la región y atrajo la intervención de Estados Unidos en apoyo a los gobiernos conservadores.
El Foro de Sao Paulo y la acción de la guerrilla
El Foro de São Paulo (FSP), fundado en 1990 por el Partido de los Trabajadores de Brasil y el Partido Comunista de Cuba, surgió como una plataforma para reunir a partidos y movimientos de izquierda en América Latina, incluyendo a organizaciones que en la década de 1980 habían optado por la lucha armada.
Durante los años 80, la región fue testigo de conflictos armados protagonizados por guerrillas de izquierda, como el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en Nicaragua y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Estas organizaciones buscaban derrocar regímenes autoritarios e implementar modelos socialistas, en un contexto de Guerra Fría y tensiones geopolíticas.
Con la caída del Muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética, el apoyo internacional a estos movimientos disminuyó, lo que llevó a la izquierda latinoamericana a replantear sus estrategias. En este contexto, el FSP se constituyó como un espacio para debatir y coordinar acciones, transitando de la lucha armada a la participación política dentro de los marcos democráticos.
Sin embargo, la inclusión de grupos como las FARC y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia en el FSP generó controversias, ya que estas organizaciones continuaron con actividades armadas y fueron vinculadas al narcotráfico. Esta dualidad reflejaba las tensiones internas del Foro entre quienes abogaban por la vía democrática y aquellos que mantenían métodos insurgentes.
A lo largo de los años, el FSP ha influido en la política latinoamericana, con varios de sus partidos miembros alcanzando el poder en sus respectivos países. No obstante, su relación con movimientos armados del pasado ha sido objeto de críticas, especialmente en cuanto a la coherencia entre sus principios democráticos y las acciones de algunos de sus integrantes.
Paralelismos con la Propuesta de Maduro
La iniciativa de Maduro de consolidar una alianza militar con Cuba y Nicaragua refleja una estrategia similar de unificación de fuerzas izquierdistas en respuesta a presiones externas, especialmente de países que critican su régimen. Al igual que en los años 80, esta postura puede interpretarse como un intento de fortalecer posiciones autoritarias bajo la retórica de defensa de la soberanía, mientras se promueve un modelo político que restringe las libertades democráticas y los derechos humanos.
La historia de los conflictos armados en Centroamérica demuestra que la militarización y la adopción de estrategias de lucha armada por parte de movimientos de izquierda condujeron a prolongados periodos de violencia, inestabilidad política y crisis humanitarias. La propuesta de Maduro podría desencadenar una nueva ola de tensiones en América Latina, reviviendo dinámicas de confrontación que obstaculizan el desarrollo democrático y la cooperación regional.
La comunidad internacional debe analizar con detenimiento las implicaciones de la propuesta de Nicolás Maduro, considerando las lecciones del pasado en Centroamérica. Es esencial promover soluciones pacíficas y democráticas que eviten la repetición de conflictos armados y fomenten la estabilidad y el respeto a los derechos humanos en la región.