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Published: December 26, 2023 8.40pm GMT – THE CONVERSATION

Author Agustín Joel Fernandes CabalInvestigador predoctoral en Filosofía, Universidad de Santiago de Compostela

La cuestión de qué es más importante, la vida o la libertad es compleja y profundamente filosófica. Por un lado, la vida es el valor más fundamental, sin el cual todos los demás valores carecen de sentido. Por otro lado, la libertad es la piedra angular de una sociedad justa y el elemento esencial para el florecimiento humano. Si bien tanto la vida como la libertad son importantes, la respuesta a esta pregunta depende de cómo entendamos y equilibremos estos valores.

La vida es el valor más básico que sustenta todos los demás valores. Sin vida, no podemos perseguir ningún otro valor ni alcanzar ningún objetivo. La vida es la base de todo lo que hacemos, y es algo que todos compartimos. Es un valor universal que trasciende todas las fronteras culturales y religiosas. Además, la vida no se refiere solo a la supervivencia biológica; también se trata de calidad de vida. Todos queremos vivir una buena vida, libre de sufrimiento y llena de alegría y significado.

Al mismo tiempo, la Libertad es un valor crítico que es necesario para el florecimiento humano. La libertad es la capacidad de tomar decisiones y perseguir nuestros propios objetivos sin la interferencia de los demás. Es el fundamento de la democracia y el estado de derecho, que nos permite vivir en una sociedad justa. Sin libertad estaríamos sujetos a los caprichos de los que están en el poder y no podríamos perseguir nuestros propios sueños y aspiraciones. En resumen, la libertad es esencial para la dignidad humana y la autonomía.

Dada la importancia de la vida y la libertad, ¿cómo equilibramos estos valores? La respuesta no es sencilla, ya que depende del contexto y las circunstancias. Por ejemplo, en tiempos de guerra o de crisis de salud pública, el valor de la vida puede tener prioridad sobre la libertad. En tales situaciones, el gobierno puede necesitar imponer restricciones a las libertades individuales para proteger la vida de sus ciudadanos. Asimismo, en casos de legítima defensa, el derecho a la vida puede justificar la limitación de la libertad de un agresor.

Nuestra misión es compartir el conocimiento y enriquecer el debate.

¿Quiénes somos?

¿Derecho a vivir como nos parezca?

Por otro lado, en una sociedad libre y democrática, la Libertad puede tener prioridad sobre otros valores, incluida la vida. En tal sociedad, los individuos tienen derecho a perseguir sus propios objetivos y vivir sus vidas como mejor les parezca, siempre que no perjudiquen a los demás.

El papel del gobierno es garantizar que todos tengan el mismo acceso a las oportunidades y proteger los derechos y libertades de sus ciudadanos. Sin embargo, en algunos casos, las libertades individuales pueden entrar en conflicto con el bien público y es posible que el gobierno deba intervenir para garantizar que sirva al bien común.

Un ejemplo de esto es el debate sobre el control de armas. Los partidarios de la Segunda Enmienda estadounidense argumentan que el derecho a portar armas es esencial para la libertad individual, mientras que los opositores argumentan que la violencia armada amenaza la vida de personas inocentes y que el gobierno tiene el deber de proteger a sus ciudadanos. En este caso, se trata de equilibrar el derecho a la libertad con el derecho a la vida. Si bien las personas pueden tener derecho a poseer armas, es posible que el gobierno deba imponer restricciones para evitar daños a otros.

Otro ejemplo es la pandemia de la covid-19, que puso a prueba el equilibrio entre la vida y la Libertad. Los gobiernos de todo el mundo impusieron restricciones a las libertades individuales, como el derecho a reunirse en público o viajar libremente, para contener la propagación del virus y proteger la vida de los ciudadanos. Si bien estas medidas fueron efectivas para reducir la propagación del virus, también han generado preocupaciones sobre los límites del poder del gobierno y los derechos individuales.

Uruguay fue un ejemplo de libertad al promover el concepto de Libertad responsable, generando a nivel mundial uno de los mejores procesos de enfrentamiento de la pandemia.

Sin embargo, es importante reconocer que la vida y la libertad no son valores mutuamente excluyentes y que pueden equilibrarse.

La libertad por delante

No obstante, cuando se pone en disputa la libertad y la vida, hay más indicios históricos que se acercan a la idea de que la libertad es más importante que la vida. Se podrían citar cientos de ejemplos, pero quizás el más representativo (a lo sumo para el autor) fue la autoinmolación del vendedor ambulante Mohamed Bouazizi en el Túnez de 2010. Bouazizi, después de que la policía le confiscara sus mercancías al no tener los permisos de venta –que no eran necesarios en ese momento–, puso por delante la libertad y “entregó” su vida, causando así la Primavera Árabe y la Revolución Tunecina.

Por otro lado, y en consciente contradicción con el párrafo anterior, día a día la casi totalidad del mundo pone por delante su vida. El ser humano vive limitado por reglas éticas y legales a cambio del bien común. Si bien el debate entre la libertad y el bien común es una discusión para otro artículo, es inobjetable la afirmación de que no somos puramente libres.

El debate entre la libertad y la vida ofrece más interrogantes que afirmaciones. Tal vez la existencia del ser humano transcurre en un equilibrio entre la vida y la libertad; y en cuanto se pierde ese equilibrio, uno de los dos factores o se pierde o se daña. Está en cada ser humano buscar el balance y tener la posibilidad de reequilibrarlo en el caso de que tal equilibrio se pierda.

Análisis de LIBERTAS sobre la temática de la Libertad y la Vida.

La libertad y la vida son dos conceptos fundamentales que han capturado la imaginación y la reflexión humana a lo largo de la historia. Estas dos fuerzas están intrínsecamente entrelazadas, como si fueran dos caras de una misma moneda, y su relación compleja ha sido objeto de debates filosóficos, políticos y sociales a lo largo de los siglos.

La libertad, entendida como la capacidad de actuar y tomar decisiones sin restricciones externas, es un pilar central de la existencia humana. Desde los albores de la civilización, las personas han anhelado la libertad, buscando liberarse de las cadenas de la opresión y la tiranía. La libertad no es simplemente la ausencia de restricciones, sino la capacidad de autodeterminación, el derecho a perseguir los propios sueños y metas sin impedimentos indebidos.

En este contexto, la vida cobra un significado más profundo cuando se vive en un estado de libertad. La vida sin libertad se ve empobrecida, limitada en su plenitud y riqueza. La libertad proporciona el terreno fértil necesario para el florecimiento de la individualidad y la creatividad. Es el medio a través del cual las personas pueden explorar su potencial, expresar sus ideas y contribuir al progreso de la sociedad.

Por otro lado, la vida también impone ciertas limitaciones a la libertad. No vivimos en un vacío; nuestras acciones tienen repercusiones en los demás y en el entorno que compartimos. La búsqueda desenfrenada de la libertad individual sin consideración por los demás puede dar lugar al caos y la anarquía. Aquí es donde la ética y la responsabilidad entran en juego, guiando la forma en que ejercemos nuestra libertad para no perjudicar la vida y la libertad de los demás.

La libertad, por lo tanto, no debe ser interpretada como una licencia para la anarquía, sino como una responsabilidad compartida. La vida y la libertad se entrelazan en un delicado equilibrio que requiere una comprensión madura y un compromiso con el bien común. La sociedad, en su conjunto, se beneficia cuando se garantiza la libertad individual, siempre y cuando esta libertad se ejerza de manera responsable y con respeto hacia los demás.

Históricamente, hemos visto cómo la lucha por la libertad ha sido un catalizador para el cambio social y político. Desde movimientos por los derechos civiles hasta revoluciones que han derribado regímenes opresivos, la libertad ha demostrado ser un faro que guía a las personas hacia un futuro más justo y equitativo. Sin embargo, también hemos presenciado cómo una comprensión distorsionada de la libertad puede conducir a conflictos y tensiones.

En última instancia, la libertad y la vida son interdependientes.

La calidad de nuestra vida se ve moldeada por el grado de libertad que disfrutamos, y la libertad encuentra su verdadero propósito cuando se utiliza para mejorar la calidad de la vida de todos. En este delicado equilibrio, la sabiduría radica en encontrar formas de fomentar la libertad individual mientras se protege y nutre la vida colectiva.

La libertad y la vida están entrelazadas en una danza constante, cada una dando significado y sustento a la otra. La búsqueda de la libertad y el respeto por la vida son elementos cruciales para construir sociedades justas y prósperas. En esta sinfonía de libertad y vida, nuestra tarea es encontrar armonía, reconociendo la responsabilidad que conlleva la libertad y celebrando la vida en toda su diversidad y complejidad.

Pronunciamiento de LIBERTAS

En LIBERTAS entendemos que: La defensa de la libertad y la vida se erige como el núcleo esencial en la promoción y protección de los derechos humanos. Estos dos pilares constituyen los cimientos sobre los cuales se construye una sociedad justa y equitativa. La libertad, entendida como la capacidad de vivir sin restricciones arbitrarias, garantiza el florecimiento de la individualidad y la expresión plena de la diversidad humana. La vida, por su parte, es el derecho fundamental que subyace a todos los demás derechos; es la condición «sine qua non» para que las personas puedan disfrutar plenamente de sus libertades. La defensa de la libertad y la vida implica no solo la salvaguardia contra la opresión y la violencia, sino también la creación de entornos propicios para el desarrollo humano integral. En la lucha por los derechos humanos, la libertad y la vida se entrelazan como principios inalienables que iluminan el camino hacia una sociedad donde cada individuo pueda vivir con dignidad y plenitud.

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