LA BATALLA CULTURAL
Introducción
La «batalla cultural» se refiere al enfrentamiento ideológico que ocurre dentro de una sociedad para determinar qué valores, normas y creencias prevalecerán. Este fenómeno no es nuevo, pero en las últimas décadas ha ganado mayor visibilidad debido a factores como la globalización, la creciente interconectividad de las personas y la evolución de las tecnologías de la comunicación. En este ensayo, exploraremos los orígenes históricos de la batalla cultural, su contexto actual, las dinámicas sociales y tecnológicas que la impulsan, y sus implicancias para la convivencia y el futuro de la humanidad.
Orígenes del concepto de batalla cultural
La idea de la «batalla cultural» tiene sus raíces en los estudios sociológicos y políticos. Durante el siglo XX, el término se utilizó para describir los enfrentamientos entre valores tradicionales y progresistas en áreas como la religión, la política, la educación y las expresiones artísticas. Sin embargo, los conflictos culturales son inherentes a las sociedades humanas y han existido desde tiempos inmemoriales.
Ejemplos históricos de batallas culturales
La Ilustración vs. el Romanticismo: Durante el siglo XVIII, Europa fue testigo de una profunda división entre quienes abogaban por la razón y el progreso científico (Ilustración) y aquellos que defendían la emoción, la espiritualidad y la conexión con la naturaleza (Romanticismo). Este conflicto cultural moldeó profundamente la filosofía, el arte y la política de la época.
Colonización y valores culturales: En los procesos de colonización, las culturas indígenas a menudo se enfrentaron a los valores impuestos por los colonizadores, generando una resistencia que perdura hasta el presente. Ejemplo de esto es la lucha de los pueblos originarios de América Latina por preservar sus lenguas y tradiciones.
La modernidad como terreno de conflicto
Con la llegada de la modernidad, se intensificaron las tensiones entre el progreso material y los valores tradicionales. La industrialización y la urbanización modificaron profundamente las dinámicas familiares y sociales, dando lugar a debates sobre moralidad, género y roles sociales que aún hoy resuenan.
Manifestaciones actuales de la batalla cultural
En la era digital, la batalla cultural ha tomado nuevas formas, exacerbada por la velocidad y el alcance de las comunicaciones globales. Las redes sociales, en particular, han transformado los debates culturales, permitiendo tanto la visibilización de temas marginalizados como la polarización extrema.
En el ámbito político, la batalla cultural se manifiesta a través de debates ideológicos entre progresismo y conservadurismo. Temas como la inmigración, el cambio climático, los derechos reproductivos y la diversidad sexual ocupan un lugar central en las plataformas políticas.
En países como Estados Unidos, los «culture wars» han dividido a la población en torno a temas como el control de armas, la educación sobre género en las escuelas y el aborto.
Latinoamérica: La región enfrenta sus propias batallas culturales, con movimientos feministas, debates sobre el matrimonio igualitario y la resistencia de comunidades indígenas a proyectos extractivistas.
Educación y cambio generacional
La educación es uno de los principales campos de batalla cultural, ya que determina cómo se transmiten los valores a las nuevas generaciones.
Muchas sociedades debaten sobre la inclusión de temas como la educación sexual integral, la historia de grupos marginados y la diversidad cultural en los programas educativos.
Grupos conservadores a menudo se oponen a estos cambios, argumentando que erosionan los valores tradicionales.
El impacto de las tecnologías emergentes en los valores culturales es otro frente de la batalla.
El uso de datos personales por parte de empresas y gobiernos plantea preguntas sobre los límites éticos de la vigilancia.
La programación de algoritmos que perpetúan prejuicios culturales ha generado debates sobre la neutralidad y la responsabilidad en el desarrollo tecnológico.
Género y diversidad
Los derechos de las mujeres, las personas LGBTQ+ y otras comunidades marginadas son puntos clave en los conflictos culturales contemporáneos.
Feminismo: Los movimientos feministas han cuestionado estructuras patriarcales y han exigido igualdad en todos los ámbitos.
Diversidad de género: La aceptación de identidades no binarias y transgénero enfrenta tanto avances significativos como resistencias feroces en diferentes partes del mundo.
Globalización y hibridación cultural
La globalización ha creado una mayor interconexión entre culturas, pero también ha generado tensiones al confrontar valores locales con tendencias globales. Por ejemplo, la expansión de los valores democráticos y los derechos humanos a menudo entra en conflicto con tradiciones autoritarias o conservadoras.
Los algoritmos que refuerzan las creencias previas de los usuarios contribuyen a la polarización.
Crisis climática y valores emergentes
El cambio climático ha provocado una reconfiguración de las prioridades culturales, generando debates sobre consumo, sostenibilidad y justicia ambiental.
La batalla cultural como motor y reflejo de la política contemporánea
Introducción
La batalla cultural es un fenómeno que atraviesa todas las dimensiones de la vida social, pero encuentra en la política su arena más visible y polémica. Este enfrentamiento, que implica valores, ideologías y visiones del mundo, se despliega en debates sobre derechos humanos, religión, género, educación y sostenibilidad, entre otros. En el ámbito político, estos conflictos no solo moldean las agendas gubernamentales, sino que también influyen en la estructura misma del poder. Este ensayo examina cómo la batalla cultural se manifiesta en la política, explorando su impacto en los discursos ideológicos, las políticas públicas y los movimientos sociales a lo largo del tiempo.
Definición del concepto
La «batalla cultural» en política se refiere a los conflictos ideológicos que buscan establecer o mantener ciertas narrativas culturales dentro de la sociedad. Estos conflictos suelen estar impulsados por partidos políticos, líderes sociales, intelectuales y medios de comunicación, que utilizan estas luchas como herramientas para ganar apoyo o consolidar el poder.
El término «batalla cultural» ganó prominencia en la política estadounidense durante los años 80 y 90, cuando figuras como Pat Buchanan lo utilizaron para describir las disputas entre conservadores y progresistas en temas como el aborto, los derechos LGBTQ+, la educación sexual y la religión en las escuelas. Sin embargo, este concepto tiene raíces más profundas en la historia política.
La Revolución Francesa marcó un punto de inflexión donde los valores ilustrados de igualdad y razón desafiaron las jerarquías tradicionales basadas en la monarquía y la religión.
Los conflictos culturales no son meros debates abstractos; son instrumentos utilizados por los actores políticos para movilizar bases, dividir a la oposición y legitimar políticas públicas.
El enfrentamiento entre visiones progresistas y conservadoras es el eje central de muchas batallas culturales en política.
Progresismo: Promueve la igualdad, los derechos humanos universales, la justicia social y el cambio estructural.
Conservadurismo: Busca preservar las tradiciones, los valores familiares y la estabilidad social basada en jerarquías establecidas.
Populismo y la instrumentalización de las batallas culturales
Los líderes populistas, tanto de izquierda como de derecha, han explotado las batallas culturales para construir narrativas que posicionan a un «pueblo puro» contra una «élite corrupta».
Enfatiza temas como la inmigración, la identidad nacional y la religión para movilizar a sectores tradicionalistas.
Ejemplo: Donald Trump en Estados Unidos, quien utilizó la retórica antiinmigrante y nacionalista para consolidar su base.
Izquierda populista: Resalta las desigualdades estructurales y las luchas de las minorías.
Ejemplo: Líderes como Evo Morales en Bolivia, quienes abogan por los derechos de los pueblos indígenas como parte de una narrativa cultural y política.
Género, diversidad y política
Los derechos de las mujeres, las personas LGBTQ+ y otros grupos marginados han sido politizados como puntos clave en las batallas culturales.
En países como Polonia y Hungría, los gobiernos han promovido agendas contrarias a los derechos LGBTQ+, utilizándolos como símbolos de defensa de la «familia tradicional».
Por otro lado, los movimientos feministas y queer han impulsado cambios legislativos significativos, como la legalización del matrimonio igualitario y la despenalización del aborto en países de América Latina.
Religión y política
La interacción entre religión y política es un componente central en muchas batallas culturales.
En Irán, la lucha entre sectores laicos y religiosos define gran parte de la política interna.
En Estados Unidos, los evangélicos han tenido un impacto decisivo en las elecciones presidenciales y en el discurso conservador.
Medios de comunicación y polarización
Los medios tradicionales y digitales han amplificado las batallas culturales, presentando visiones extremas que polarizan aún más a las sociedades.
Plataformas como Twitter y Facebook permiten la viralización de narrativas culturales, pero también fomentan burbujas de información y discursos de odio.
En muchos casos, los medios alineados ideológicamente contribuyen a reforzar las divisiones políticas.
Globalización y tensiones locales
La globalización ha intensificado los enfrentamientos culturales, al confrontar valores locales con tendencias globales.
Ejemplo: La introducción de políticas inclusivas en temas de género y diversidad en países tradicionalmente conservadores genera reacciones de rechazo y movilización política.
Las crisis económicas a menudo exacerban las batallas culturales, ya que los políticos utilizan estas tensiones para desviar la atención de problemas estructurales.
Caso: Durante la crisis financiera de 2008, partidos de extrema derecha en Europa ganaron popularidad al vincular la inmigración con el desempleo y la inseguridad.
Polarización social y fragmentación
La politización de las batallas culturales puede profundizar las divisiones sociales, dificultando el consenso y la gobernabilidad.
Ejemplo: En Brasil, las elecciones recientes han evidenciado una fuerte polarización entre partidarios de Jair Bolsonaro y Lula da Silva, en gran medida basada en valores culturales opuestos.
Avances en derechos humanos
Aunque conflictivas, las batallas culturales también han llevado a avances significativos en derechos humanos.
Ejemplo: En Argentina, la legalización del aborto en 2020 fue el resultado de años de lucha cultural y política liderada por el movimiento feminista.
Radicalización de los discursos políticos
Los actores políticos que explotan las batallas culturales suelen recurrir a discursos extremos para movilizar a sus bases, lo que puede radicalizar aún más a la sociedad.
Propuestas para superar los desafíos de la batalla cultural en política
Fomentar el diálogo intercultural e intergeneracional
Los gobiernos y las organizaciones deben promover espacios de diálogo donde se puedan abordar las diferencias culturales de manera constructiva.
Educación crítica y formación ciudadana
La educación es una herramienta clave para formar ciudadanos críticos que puedan analizar los conflictos culturales desde una perspectiva informada y equilibrada.
Reformas mediáticas y regulación de las redes sociales
Es necesario establecer marcos legales y éticos que reduzcan la difusión de información falsa y el uso de las redes sociales para exacerbar los conflictos culturales.
Políticas públicas inclusivas
Los gobiernos deben adoptar políticas que equilibren la diversidad cultural con el respeto a los derechos humanos universales.
La batalla cultural en Uruguay: Dinámicas políticas y desafíos contemporáneos
Introducción
En Uruguay, la batalla cultural se desarrolla en un contexto marcado por su tradición democrática, laicismo y un Estado históricamente comprometido con políticas progresistas. Sin embargo, como en otras partes del mundo, el país enfrenta tensiones culturales que impactan en su escenario político. Estas disputas abarcan temas como la educación, los derechos de género, el medio ambiente, la migración y la identidad nacional, enfrentando visiones conservadoras con propuestas progresistas. Este ensayo analiza cómo se manifiestan estas dinámicas en Uruguay, los actores involucrados y el impacto de estas disputas en la política y la sociedad.
Desde principios del siglo XX, Uruguay se posicionó como un país pionero en políticas laicas y progresistas bajo el liderazgo de José Batlle y Ordóñez. Estas reformas incluyeron la separación entre la Iglesia y el Estado, la expansión de los derechos laborales, la educación pública obligatoria y gratuita, y el reconocimiento de derechos para las mujeres. Este legado sentó las bases de un Estado comprometido con valores de igualdad y justicia social.
A pesar de esta tradición, las últimas décadas han visto la emergencia de nuevas tensiones culturales que desafían el consenso progresista, especialmente en torno a temas como el aborto, el matrimonio igualitario y la legalización del cannabis. Estas políticas, promovidas en gran parte durante los gobiernos del Frente Amplio, han generado respuestas de sectores conservadores, reflejando una creciente polarización en la sociedad uruguaya.
Educación: Una arena de disputa clave
El sistema educativo uruguayo ha sido uno de los principales escenarios de la batalla cultural.
Reformas educativas y críticas: Las propuestas para incorporar temas como la educación sexual integral, la diversidad de género y el pensamiento crítico han enfrentado resistencia de sectores conservadores que consideran estas iniciativas como una amenaza a los valores tradicionales.
El rol de los sindicatos: Actores como la Federación Nacional de Profesores de Educación Secundaria (Fenapes) han defendido las reformas progresistas, mientras que partidos de oposición han cuestionado su impacto en los resultados educativos.
Derechos de género y diversidad sexual
Uruguay es considerado un país líder en derechos de género y diversidad sexual en América Latina. Sin embargo, estas conquistas han generado tensiones culturales.
Logros legislativos: La legalización del aborto en 2012, el matrimonio igualitario en 2013 y la ley integral para personas trans en 2018 son ejemplos de avances significativos.
Resistencia conservadora: Estos avances han enfrentado oposición de grupos religiosos y políticos que los consideran contrarios a los valores familiares tradicionales.
Medio ambiente y políticas de desarrollo
El debate en torno al desarrollo económico y la sostenibilidad ambiental también refleja una batalla cultural en Uruguay.
Conflictos por el uso de la tierra: La expansión de la forestación y los monocultivos, junto con proyectos como la planta de celulosa UPM, han generado tensiones entre sectores que defienden el desarrollo económico y aquellos que priorizan la preservación ambiental.
Movimientos sociales: Organizaciones como el movimiento de vecinos contra UPM han adoptado discursos que combinan preocupaciones ambientales con críticas al modelo económico dominante.
Migración y xenofobia
Aunque Uruguay ha sido históricamente un país receptor de inmigrantes, el aumento reciente de la migración, especialmente de países como Venezuela, Cuba y Haití, ha generado tensiones culturales.
Apertura y solidaridad: Sectores progresistas defienden políticas inclusivas para los migrantes, resaltando su contribución a la economía y la diversidad cultural.
Resentimiento social: Por otro lado, algunos sectores perciben a los migrantes como una carga para los servicios públicos o una amenaza para los empleos locales, alimentando discursos xenófobos en ciertos espacios políticos y mediáticos.
Actores principales en la batalla cultural uruguaya
Partidos políticos
Frente Amplio: Defensor de políticas progresistas y del fortalecimiento de los derechos humanos, el Frente Amplio ha liderado muchas de las reformas que han marcado las batallas culturales en Uruguay.
Partido Nacional y Partido Colorado: Aunque más conservadores en su enfoque, estos partidos han adoptado posturas moderadas en algunos temas culturales, intentando equilibrar valores tradicionales con demandas contemporáneas.
Cabildo Abierto: Este partido, de orientación más conservadora, ha sido un actor clave en la oposición a políticas progresistas, particularmente en temas de género y diversidad.
Sociedad civil y movimientos sociales
La sociedad civil uruguaya ha desempeñado un papel crucial en la configuración de las batallas culturales.
Movimientos feministas y LGBTQ+: Organizaciones como la Intersocial Feminista han liderado campañas por los derechos de las mujeres y las personas LGBTQ+, logrando avances significativos en la agenda legislativa.
Grupos religiosos: Aunque minoritarios, los grupos religiosos han intensificado su activismo contra políticas que consideran contrarias a sus principios.
Factores que intensifican las tensiones culturales en Uruguay
Impacto de los medios de comunicación y las redes sociales
Los medios uruguayos y las redes sociales han amplificado las tensiones culturales, polarizando el debate público.
La difusión de información falsa, especialmente en temas como género y diversidad, ha exacerbado las divisiones sociales.
Al mismo tiempo, plataformas como Twitter y Facebook han permitido a movimientos sociales visibilizar sus demandas y movilizar apoyo.
La influencia de narrativas globales sobre derechos humanos, medio ambiente y diversidad ha generado tensiones en Uruguay, al enfrentarse con valores y tradiciones locales.
La pandemia de COVID-19 y la crisis económica global han intensificado las tensiones culturales, ya que los sectores más afectados buscan responsables y los discursos polarizantes ganan terreno.
Consecuencias de la batalla cultural en la política uruguaya
Polarización política y social
Las batallas culturales han contribuido a una mayor polarización en Uruguay, dificultando el consenso político y el diálogo constructivo.
A pesar de las tensiones, Uruguay sigue siendo un referente en América Latina en términos de derechos humanos, gracias al activismo social y el compromiso político.
La creciente polarización ha llevado a una radicalización de los discursos en algunos sectores, tanto progresistas como conservadores, dificultando la búsqueda de puntos comunes.
El sistema educativo debe promover el diálogo y la tolerancia, formando ciudadanos capaces de abordar las diferencias culturales de manera constructiva.
Es necesario fomentar espacios donde políticos, sociedad civil y ciudadanos puedan debatir y buscar soluciones conjuntas a los desafíos culturales.
Uruguay debe implementar políticas para reducir la propagación de noticias falsas y discursos de odio en las plataformas digitales.
Es esencial encontrar un balance entre la preservación de valores locales y la adaptación a demandas globales, garantizando siempre el respeto a los derechos humanos.
Análisis del escenario político en Uruguay: La batalla cultural tras el triunfo del Frente Amplio en 2024
El triunfo del Frente Amplio en las elecciones de noviembre de 2024 marca el inicio de una nueva etapa en la política uruguaya. Con este regreso al poder, se abre un escenario de intensificación de la batalla cultural que ha caracterizado la última década. Este ensayo analiza cómo el nuevo gobierno enfrenta los desafíos políticos, sociales y culturales derivados de un contexto polarizado, heredado del gobierno de coalición (2020-2025) liderado por el Partido Nacional. Se exploran las dinámicas de esta confrontación cultural, los actores clave y las áreas de mayor tensión, al tiempo que se proyectan posibles escenarios y desafíos para el Frente Amplio en esta etapa crucial.
El gobierno de coalición dejó un panorama social y político caracterizado por la polarización y el fortalecimiento de discursos conservadores.
La Ley de Urgente Consideración (LUC) fue un punto central del gobierno de coalición, promoviendo políticas que priorizaron el orden y la autoridad en detrimento de la inclusión social y educativa.
Las políticas económicas de ajuste fiscal y recortes sociales exacerbaron la desigualdad, generando un creciente descontento en sectores vulnerables que se tradujo en un apoyo renovado al Frente Amplio en las elecciones de 2024.
Resurgimiento de discursos conservadores: Partidos como Cabildo Abierto promovieron agendas culturales que limitaron los avances en derechos de género y diversidad, alimentando tensiones sociales.
Este legado configura el escenario sobre el cual el nuevo gobierno del Frente Amplio deberá operar, enfrentando tanto expectativas de cambio como resistencias de sectores conservadores.
El Frente Amplio asume con un mandato claro para revertir ciertas políticas de la coalición y avanzar en una agenda progresista.
Educación inclusiva y la disputa ideológica
Revertir los cambios de la LUC: El nuevo gobierno busca deshacer las reformas que centralizaron el poder en la educación, reinstaurando enfoques pedagógicos centrados en la diversidad, la inclusión y el pensamiento crítico.
El Frente Amplio refuerza políticas como la Ley Integral para Personas Trans y amplía iniciativas para combatir la violencia de género.
El gobierno impulsa reformas fiscales y sociales destinadas a reducir la desigualdad, incluyendo aumentos en la inversión en salud, educación y vivienda.
La oposición enmarca estas políticas como populistas, buscando debilitar la legitimidad del gobierno frente a sectores medios y altos.
La administración retoma iniciativas para regular la expansión de la forestación y avanzar hacia una transición energética más justa.
Las políticas ambientales generan conflictos con sectores productivos que fueron favorecidos por la flexibilización regulatoria durante el gobierno de coalición.
Actores clave en la batalla cultural
El gobierno del Frente Amplio
Con un liderazgo renovado y una base militante fortalecida, el Frente Amplio busca consolidar su visión progresista, enfrentando tanto la resistencia parlamentaria como la oposición social.
La oposición conservadora
El Partido Nacional, el Partido Colorado y, especialmente, Cabildo Abierto desempeñan un rol central en la articulación de resistencias a las políticas del gobierno, utilizando estrategias comunicativas que apelan al temor al cambio.
La sociedad civil y los movimientos sociales
Organizaciones feministas, ambientalistas y de derechos humanos ven en este nuevo gobierno una oportunidad para avanzar en sus agendas, pero también demandan una implementación rápida y efectiva de las políticas prometidas.
Estos actores han intensificado su activismo, especialmente en temas como la educación sexual y los derechos de género.
Los medios de comunicación y las redes sociales
Las redes sociales continúan siendo un campo crucial de disputa, amplificando tanto los discursos progresistas como los conservadores. La batalla cultural se libra no solo en las calles y en el Parlamento, sino también en el ámbito digital.
Gobernabilidad en un Parlamento fragmentado
Aunque el Frente Amplio logró una victoria electoral, enfrenta un Parlamento donde la oposición tiene una fuerte presencia, dificultando la aprobación de reformas clave.
La polarización social y el desgaste del período anterior de gobierno del Frente Amplio requieren una estrategia que combine audacia reformista con un enfoque inclusivo y dialogante.
La proliferación de noticias falsas y discursos de odio en redes sociales representa un desafío significativo para la implementación de políticas progresistas.
La ciudadanía espera resultados concretos y rápidos, especialmente en áreas como la economía, la seguridad y los derechos sociales, lo que genera presión sobre el nuevo gobierno.

Declaración de LIBERTAS: En defensa de la Democracia, la República y el Equilibrio en la Batalla Cultural
En el contexto de un país marcado por profundas tensiones ideológicas y culturales, LIBERTAS reafirma su compromiso con los valores fundamentales de la Democracia, la República y el respeto a la diversidad de pensamientos y visiones. Uruguay, en su rica historia democrática, se ha distinguido por su capacidad de diálogo y construcción de consensos, incluso en momentos de aguda polarización. Hoy, más que nunca, es imperativo preservar estos principios como faros que guíen nuestra convivencia y desarrollo como nación.
La Democracia como base de convivencia plural
La democracia no es solo un sistema de gobierno; es un pacto social basado en el reconocimiento de que las diferencias de opinión, ideología y cultura son inherentes a toda sociedad libre. En un Uruguay dividido casi en partes iguales entre visiones progresistas y conservadoras:
- LIBERTAS reafirma que la diversidad de posturas no debe ser motivo de fragmentación, sino una oportunidad para construir un futuro compartido.
- Respetar las decisiones de las mayorías debe ir acompañado de la protección irrestricta de los derechos de las minorías, como fundamento esencial de una democracia inclusiva y robusta.
- Promovemos una ciudadanía activa que rechace el odio y la desinformación, cultivando un espacio público donde los argumentos y las ideas prevalezcan sobre los prejuicios y la polarización.
La República como garantía de equilibrio
El sistema republicano, con su separación de poderes y sus contrapesos, es la columna vertebral de la estabilidad institucional. En tiempos de batalla cultural, es esencial reafirmar:
- El valor del diálogo interinstitucional: Los conflictos ideológicos deben resolverse en el marco de la legalidad y el respeto a las instituciones, evitando la judicialización de la política o el uso desproporcionado del poder del Estado.
- El fortalecimiento de la educación cívica: Para que los ciudadanos comprendan no solo sus derechos, sino también sus responsabilidades en una República.
- La defensa de la prensa libre y plural: Como garante del derecho a la información y contrapeso frente a narrativas hegemónicas, sin importar su inclinación ideológica.
El equilibrio como principio rector
Cuando la sociedad se encuentra dividida casi en partes iguales, el equilibrio no es un punto de debilidad, sino un acto de sabiduría y fortaleza. LIBERTAS sostiene que:
- Ni el progresismo ni el conservadurismo deben imponer su visión de manera absoluta. El diálogo es el único camino para evitar fracturas irreparables en el tejido social.
- Se deben construir espacios comunes: Enfocarse en temas que trasciendan las divisiones ideológicas, como la educación, el desarrollo sostenible, la seguridad y la inclusión tecnológica.
- La promoción del respeto mutuo: Reconocer que cada postura, aunque distinta, proviene de una legítima preocupación por el bienestar de la sociedad.
Compromisos de LIBERTAS en la batalla cultural
Ante el panorama actual, LIBERTAS asume un rol activo como mediador y promotor de valores republicanos y democráticos. En este sentido, declaramos nuestro compromiso con:
- Fomentar el diálogo intersectorial: Crearemos instancias para que actores de diferentes posiciones ideológicas puedan debatir en un ambiente de respeto y colaboración.
- Defender la inclusión de todos los sectores sociales: Aseguraremos que ninguna voz, por más minoritaria que sea, sea excluida o deslegitimada.
- Combatir la polarización extrema: Promoveremos campañas de sensibilización para reducir el impacto de discursos de odio y desinformación, que solo debilitan nuestra convivencia democrática.
- Apoyar la formación cívica y cultural: A través de programas que fortalezcan la capacidad crítica y el conocimiento histórico de los ciudadanos, empoderándolos como agentes de cambio positivo.
- Preservar los derechos humanos en todas sus dimensiones: Enfatizando que estos derechos son universales e inalienables, más allá de las preferencias ideológicas.
En este momento crucial de nuestra historia, LIBERTAS hace un llamado a todas las fuerzas políticas, sociales y culturales de Uruguay para que, sin renunciar a sus principios, trabajen juntos por el bien común.
Uruguay debe ser un ejemplo de que una sociedad dividida puede encontrar unidad en la diversidad. El respeto mutuo, la búsqueda de consensos y la preservación de nuestros valores democráticos y republicanos son las herramientas para enfrentar los desafíos de esta batalla cultural, no como enemigos, sino como compatriotas.
LIBERTAS se compromete a liderar con el ejemplo, promoviendo siempre un Uruguay donde la Democracia, la República y el equilibrio sean los cimientos de nuestra convivencia.
Montevideo, diciembre de 2024.
LIBERTAS – Por la libertad, la democracia y la república .

